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Sello: FONAPAS-INI  SERIE IV, MA-347

País: México

Info:

La Música de Una Comunidad Otomí
Congregación de Cieneguilla, Guanajuato

SERIE IV.- LA MÚSICA EN LAS COMUNIDADES INDÍGENAS VOLUMEN 2.-

 

Archivo Etnográfico Audiovisual de Instituto Nacional Indigenista

FONAPAS-INI

 

Nosotros sentimos mucho nuestra música y nuestras costumbres y aunque trabajemos afuera no nos ingrimos por allá. Regresamos porque echamos de menos a los nuestros, nuestra tierra, nuestras fiestas, las de los santitos. Nuestras costumbres que no quisiéramos que se olvidaran. Dan ansias para que los niños las aprendan pa’ que no se avergüencen de lo que aquí se usa. 

HILARIO RAMÍREZ
Otomí de Congregación de Cieneguilla

 

OTOMÍES 

Los Otomíes, llamados también otomíes u Otomítes, constituyen una macrofamilia lingüística que incluye varios pueblos de origen prehispánico. Habitan la Meseta Central de México y se integran de los siguientes grupos:

Los Otomíes propiamente dichos, los Mazahuas, los Matlatzincas, los Ocuiltecos, los Pames del Norte, los Pames del Sur, los Chichimecas-Jonaz y los Matlames, éstos últimos desaparecidos en el siglo XVI. Anteriormente se referían a sí mismos como Nian Nyu (el que habla la lengua), pero el término Otomí (u Otomíte, como los llamaban los Aztecas) lo tomaron, según Fray Bernardino de Sahagún de un caudillo antecesor llamado Otón.

Otra versión de Fray Juan de Torquemada concuerda con ésta y dice: “… En orden de dar a entender la dependencia, origen y principio de estas Naciones, que poblaron la Nueva España, fue casi común dicho de todos, que le tuvieron de un viejo y venerable anciano, llamado Iztac Mixcuatl, que residía en aquel lugar llamado Siete Cuevas, el cual siendo casado con Ilancueitl, tuvo de ella seis hijos… y del último hijo llamado Otomitl, descienden los Otomíes”.

Estos pueblos viven entre los 19° y 23° de latitud norte y a más de 1,000 metros de altitud, en las siguientes regiones: 

a) Sierra de las Cruces, al Oeste del Valle de México.

b) Sierra del Ajusco, donde se encuentran los únicos pueblos ocuiltecos que subsisten: San Juan Atzingo y Toto.

c) Meseta de Toluca-Ixtlahuaca. Los Otomíes habitan al Norte y Este de la Ciudad de Toluca, y en las partes restantes los Mazahuas y Matlatzincas; de éstos últimos sólo permanece el asentamiento de San Francisco Oxtotilpan, al pie del Nevado.

d) Escarpamiento occidental de la meseta central.

e) Llanuras de Querétaro e Hidalgo interrumpidas por la Sierra de imán.

f) Sierra Gorda, entre los ríos Moctezuma por el Sur y el Santa María por el Norte, ambos afluentes del Pánuco. En la parte meridional habitan Otomíes y Pames del Sur (estos en Jalpan y Pacula) y en la septentrional, los Pames del Norte.

g) El Valle del Río Laja.

h) Sierra de Puebla, continuación de la Sierra Madre Occidental al Sur de Sierra Gorda.

i) Ixtenco, asentamiento aislado en el Estado de Tlaxcala, al pie de la Malinche.

j) Planes de Guanajuato, prolongación de los de Querétaro, aunque sin ocupación otomí homogénea; en ellos se encuentra también los únicos asentamientos Chichimecas que persisten.

En esta vasta región subsisten aún, según Leonardo Manrique (1969): 300 mil otomíes, 70 mil mazahuas, 500 matlatzincas, 1,500 ocuiltecos, 300 pames del sur, 2,500 pames del norte y 1,600 chichimeca-jonaz, o sea un total de 376,400. 

Driver y Massey (1957) sostienen que antes de la conquista los otomíes se habían expandido a una zona del Altiplano mayor que la que actualmente ocupan. A la llegada de los españoles, la expansión continuó, aunque de manera forzada, ya que los conquistadores se establecieron en comunidades agrícolas sedentarias con el objeto de protegerse de las embestidas de los nómadas irreductibles. 

Los pueblos que se fundaron en la zona otomí en esa época fueron: Querétaro, San Juan del Río, Tolimán, San Miguel Allende, Xichú, Tierra Blanca, Santa María del Río y San Luis de la Paz. En este último lugar, alrededor de la misión, se asentaron los chichimecas-jonaz y aún permanecen ahí. 

El desplazamiento de otomíes hacia el Norte, en la zona pame y la Sierra Gorda, fue estimulado por los ranchos mestizos en los valles y continúa hasta la actualidad (Stresser-Pean, 1966). 

El grupo otomí que se trata a continuación, habita en Guanajuato, en su colindancia con Querétaro, al inicio de la Sierra Gorda. La comunidad lleva por nombre Congregación de Cieneguilla y está situada en el municipio de Tierra Blanca, limitada por Santa Catarina, Guanajuato., San José Iturbide, Guanajuato y el Estado de Querétaro a 1,780 metros sobre el nivel del mar. El asentamiento queda dentro del área que se denominara El Gran Chichimeca, zona que sirviera de refugio a indígenas indómitos y rebeldes que resistieron hasta muy avanzada la Conquista. En ella los otomíes fueron parte de la resistencia contra los españoles, al mismo tiempo que ayudaron al sometimiento y la colonización del lugar. De hecho, los contingentes bélicos de los conquistadores, estaban formados en su mayoría por otomíes, ya que eran ellos quienes mejor conocían la región y las costumbres de los perseguidos. 

Al mando de españoles y criollos, se fundaron presidios y poblados que servían como resguardo a los viajeros y comerciantes relacionados con las minas de Zacatecas. En 1552, se firmó la paz de los indios, ante la imposibilidad de dominarlos. 

La tierra fue repartida entre colonos e indígenas, de esta manera habrían de formarse las comunidades entre las que se incluye Congregación de Cieneguilla que en 1539 se funda como hacienda. Hacia 1852, los indígenas otomíes que ahí vivían como peones, decidieron comprarla a los hacendados coloniales consiguiendo adquirirla tras un largo proceso de pago.

En la actualidad se divide en 16 ranchos, barrios o secciones:

  1. Centro de Cieneguilla
  2. Joánica
  3. Arroyo Seco
  4. Peña Blanca de Cieneguilla
  5. Torrecitas.
  6. Cerro Colorado
  7. Cuesta de Peñones
  8. Cano de San Isidro
  9. Rincón del Cano
  10. Fracción del Cano
  11. Picacho
  12. Guadalupe
  13. Adjuntas
  14. Las Moras
  15. El Salto
  16. Sauz del Salto

 

HISTORIA MUSICAL. 

Los otomíes fueron en tiempo de las grandes culturas mesoamericanas grupos nómadas que vivían de la caza, la pesca, la recolección así como de lo que arrebataban en incursiones guerreras a los grupos sedentarios, siendo este caso no muy común y sólo practicado por los más aguerridos. También prestaban sus servicios a ciudades como la Gran Tenochtitlán, donde era muy solicitada su mano de obra en las construcciones de templos y edificios varios o en el comercio, ya que traían diversos productos que eran vendidos en los tianguis de la ciudad. En cualquiera de los casos antes descritos es de suponerse que no tenían estratos en los cuales algunos miembros de su sociedad pudieran dedicarse al perfeccionamiento y desarrollo de sus manifestaciones musicales. Los cazadores y recolectores, como sucede en un buen número de grupos étnicos en este estadio, practicaban ceremonias y rituales para propiciar una buena caza, un clima benigno, para obtener en la recolección buenos frutos, conservar la salud, salir favorecidos en la guerra o bien para agradecer los bienes recibidos. 

Los materiales o excedentes propios de sus actividades cotidianas como huesos, bules, jícaras, piedrecillas, servían para construir sus instrumentos: raspadores, sonajas, sartales y flautas rudimentarias. Los que se adecuaban a la vida sedentaria, tomaban elementos de las culturas más desarrolladas con las que tenían trato.

Los datos sobre la historia musical de los otomíes, son escasos y muy vagos, sin embargo se sabe que utilizaban huehuetl, teponaztli, ocarinas y una variedad de elementos de la amplia gama organológica, que en particular se apropió el imperio azteca, participando también de festejos rituales y ceremonias de éstos últimos. En cuanto a los otomíes nómadas, se sabe que organizaban mitotes, término derivado del náhuatl: mitotl, danza colectiva en la que se adornaban vistosamente y tomados de la mano giraban o formaban una banda bailando hacia adelante o hacia atrás ingiriendo de cuando en cuando bebidas fermentadas como pulque o colonche (pulque laborado con el jugo de la tuna), o bien comiendo peyote. La danza era acompañada con cantos y gritos y el ritmo era marcado fuertemente con los pies, produciéndose un estado de catarsis que les predisponía sobre todo a los combates. 

Durante la conquista, llega a su conocimiento instrumentos y expresiones musicales, hasta entonces desconocidos para ellos. Una vez constituida la colonia hubo quienes aprendieron el uso y manejo de los nuevos instrumentos. 

Se sabe que hubo otomíes que aprendieron inclusive la notación musical, así por ejemplo Gonzalo de las Casas en su trabajo Guerra de los Chichimecas anota “Los Indios (se refiere a los otomíes y chichimecas) aprendieron a leer y a cantar, el culto se desempeñó entonces con misas cantadas y acompañadas con instrumentos como: tambor, redoblante y clarines, el canto se conoció incluso por nota”. Por lo general en cada lugar donde se formaba un pueblo, misión o presidio, se iniciaba un foco de conversión cristiana, a partir del cual casi siempre se formaban las mayordomías para los principales festejos religiosos, con su debida preocupación por cantores y músicos que hicieran más atractiva la liturgia. Las mayordomías cubrían los derechos de misas, sermones, procesiones y vigilaban el buen orden. 

En el archivo de Santa Catarina, población cercana a Congregación de Cieneguilla, encontramos datos que ejemplifican lo anterior. “El M. R. P. Fray Juan de Cárdenas con su esclarecido talento, enseñaba a los fieles en claras explicaciones las materias de religión, moral y canto… 1581”. Al fundarse estos poblados se inició la construcción de centros dedicados al culto cristiano.

En Congregación de Cieneguilla como en la mayoría de las comunidades indígenas, proliferaron capillas de una arquitectura particular en donde el decorado interior lo constituyen ángeles músicos. Aunque el ambiente seco de la región ha permitido larga vida a las pinturas, en la mayoría se desconoce la fecha en que se realizaron; sin embargo hay otras más recientes, como el caso del oratorio del barrio de Guadalupe, donde hay una inscripción fechada que reza así: “Se acabó de pintar este oratorio de María Santísima de Guadalupe hoy (aquí se confunde el día que puede ser 15 6 13) de noviembre de 1797, principalmente por Don Rafael de Santiago. Diego de Reyes y Don Yonacio de Santiago de mano de Josef-Manuel Pérez”. Rúbrica. Hay otra en Cerrito de Arroyo Seco, con la fecha de 1817 y en el Picacho, también hay una fecha en el techo, abultada e invertida (1897). 

Los instrumentos reflejados en estos oratorios son casi la totalidad de los traídos por los europeos. Dentro de la familia de los aerófonos se encuentran ilustrados los siguientes: clarín, trompeta, bajón, flauta transversa, pífano, chirimía y sacabuche.

De los membranófonos se encuentran atambor y redoblante. De idiófonos: triángulo y platillos. De cordófonos: violín, viola, violoncello, viola de gamba, contrabajo, guitarra, vihuela y arpa. No es posible afirmar si los otomíes hicieron uso de la totalidad de estos instrumentos, aunque por las ilustraciones antes descritas que fueron realizadas con gran precisión y conocimiento de los instrumentos representados, se sabe que los llegaron a conocer por lo menos gráficamente. 

Un buen número de oratorios se encuentran destruídos o en ruinas. Los datos se tomaron de los pocos que quedan en pie.En la actualidad se encuentran vigentes cuatro tipos de conjuntos instrumentales: la banda de viento, con instrumentos temperados de adquisición comercial; es similar a las bandas que se encuentran en la mayor parte del país”, la tambora, formada por uno o dos violines, guitarra sexta y un tambor grande de doble parche; el conjunto denominado tundos, que toma su nombre del término tundir o golpear, haciendo alusión a los que tunden o tocan los tambores; y las agrupaciones de violín y guitarra.

Aparte de los instrumentos más conocidos, de los cuales omitiremos su descripción haremos mención de aquellos que se construyen localmente, como la tambora: membranófono de doble parche con tensores sujetos a los aros. Su construcción la realizan por medio de aros interiores unidos con tablas, que constituye el cuerpo del instrumento. Posteriormente lo cubren de tela y colocan las membranas sujetándola a otros dos aros externo de 80 cms. de diámetro aproximadamente en los que se fijan los tensores. Los parches están hechos de piel de chivo a la que se le ha eliminado el pelo remojándola en agua. La baqueta con que se percute está forrada con tela y cuero en una de sus puntas. Se coloca sagitalmente al frente, y se toca golpeándola a uno de sus lados. La tambora se toca en las fiestas religiosas y en los entierros de angelitos o niños difuntos. 

En lo que respecta a los tundos, los tambores son de unos 30 cm de diámetro, de marco y doble parche. El marco puede ser construido con madera de raíz de mezquite, porque la flexibilidad de este material permite darle la forma adecuada. Recientemente han empezado a utilizar lámina galvanizada para el marco. La piel también es de chivo y se sujeta al marco pasando un cordel de ixtle o del mismo cuero de parche a parche; enmedio de este cordel colocan otro que tiene la función de afinador. En el diámetro de uno de los parches pasa un hilo o bordón con una cuenta que sirve como entorchado o resonador. Tiene un asa por donde se sujeta con el dedo meñique de la misma mano que sostiene la flauta. 

 

* ver el álbum, serie I encuentros de música tradicional indígena INI FONAPAS Vol. 2, 3, 4.

 

La flauta es trifonal y de pico con canal de insuflación interno, y está hecha de carrizo que dejan secar a la sombra por largo tiempo. Una vez hecha la flauta, la calientan al fuego para darle más consistencia y sonoridad. 

Al igual que en todo el mundo prehispánico, la música era una expresión complementaria de una concepción esencialmente ritual en la que se incluye la danza que en las comunidades otomíes actuales sigue siendo una manifestación vigente como lo comprueban los siguientes ejemplos: 

Danzas 

En la Congregación de Cieneguilla encontramos las siguientes danzas: 

Danza de Rayados; integrada por dos bandos que entablan una pelea al tiempo que se desarrollan las evoluciones coreográficas. El nombre lo reciben porque los integrantes se pintan rayas. Antes de la conquista también existió en la zona un grupo étnico llamado rayados. Se acompaña con tambora y violín, y con tundos. 

Otra danza es la Azteca, que se practica en Arroyo Seco. Los danzantes portan machetes que hacen sonar durante las evoluciones de la danza. 

Danza de Concheros, se practica en el Rincón del Cano y la Cuesta. 

Danza de Carnaval, previa a Semana Santa. 

Fiestas: la fiesta más importante es la de San Ildefonso que se celebra el 23 de enero con gran lucimiento y cada dos años se hace el cambio de mayordomo con la asistencia de los músicos locales y otros conjuntos de la región.

La segunda fiesta en importancia es la del día de los albañiles o trabajadores de la construcción, el 3 de mayo: día de la Santa Cruz. Los festejos se hacen tanto en las obras en que trabajan como en la comunidad. Han colocado para este propósito una gigantesca cruz de madera en el cerro Pinal del Zamorano, conocido por tener una antena de microondas. Dicha cruz es bajada dos semanas antes, pasando por distintos ranchos o barrios a donde se le hacen distintos festejos para llegar finalmente a Cieneguilla. 

En Picacho hay otra cruz que traen en procesión para juntarse con la del Zamorano. El día que llegan a Cieneguilla, durante el camino van haciendo música dos o tres grupos de tundos uno o dos conjuntos de violín y guitarra; y el de tambora. 

Para la fiesta de la Santa Cruz hay cuatro mayordomos para cada una de las dos cruces. Cada dos años se renuevan los mayordomos y los cargadores, estos últimos tienen la tarea de cargar las cruces y son ellos mismos los que eligen a quienes los sustituirán. La fiesta termina el 3 de mayo cuando se reúne toda la iglesia se adorna con chimal y se hace una comida en la que los mayordomos de las diferentes fiestas llevan pan, caldo y fruta para hacer una comida comunitaria, mientras que los diversos conjuntos siguen tocando. Posteriormente regresan la cruz en forma semejante a como fue traída.

 

COMENTARIOS AL PROGRAMA: 

Para la realización de este disco, se grabaron a tres grupos: dos conjuntos de guitarra y violín y uno de tundos. 

El primer conjunto lleva por nombre Los Clavelitos del Norte, integrado por J. León Aguilar, Fausto Aguilar y Nicasio Aguilar, las dos guitarras del grupo están afinadas al unísono, y se tocan una en tonos graves y otra en tonos agudos, la que a su vez hace paseos y adornos melódicos a manera de requinto y bajo. El violín lleva la melodía haciendo frecuentemente dos voces. 

El repertorio de Los Clavelitos del Norte lo constituye básicamente composiciones propias, que presentan cierta semejanza con la música popular comercial norteña. Además de estas piezas tocan polkas, marchas, valses, sones diversos, chotises. corridos, pasodobles y minuetos a los que suelen llamar piezas sagradas por ser utilizadas en ceremonias religiosas y entierros de niños. 

Los músicos de este conjunto ejercen diversos oficios como peones de construcción, campesinos y en lo que respecta a su quehacer musical, reciben honorarios cuando tocan en fiestas particulares, aunque la mayor parte del tiempo tocan gratuitamente para las celebraciones propias de la comunidad, lo que consideran una obligación. El material de este conjunto que aparece en este disco corresponde a ejecuciones que realizan para la comunidad, y que son puramente instrumentales. 

Las piezas de este grupo son: 

– Santo Tomás Chichimeco, en donde relacionan la presencia del santo con sus vecinos Chichimecas. 

– Crucita Linda. Esta pieza está dedicada a la Santa Cruz, y se toca durante las fiestas del 3 de mayo. 

– El Salto. Pieza dedicada a uno de los barrios de Congregación de Cieneguilla. 

– San Ildefonso, pieza que fue hecha para el santo patrono de la comunidad. 

El segundo conjunto es el Trío Las Águilas y está compuesto por Marcos Félix Aguilar, Juan Félix y Cándido Félix Aguilar. 

La función de este grupo es semejante a la del anterior, aunque tienen en su repertorio más piezas de son Huasteco, región muy próxima a su comunidad.

– El Gallito son huasteco, instrumental. 

– De Celaya para Abajo son huasteco, única pieza cantada de todo el disco. Las dos muestras pertenecen a la tradición musical de la región. 

El último conjunto que interviene en este disco no tiene nombre, como ocurre normalmente con los grupos de tundos. Está formado por Timoteo Alvarez y Basilio Pérez. Cada uno toca flauta y tambor. Los dos tambores se afinan al unísono lo mismo que las flautas. Las flautas son tocadas en intervalos armónicos por lo regular de terceras y quintas. Lo que ellos llaman flauta “segundera”, que va en un intervalo más bajo que la tónica, sirve como acompañamiento armónico, además de apoyar la melodía. 

El repertorio de este tipo de conjuntos está formado por música para las danzas de rayados y de carnaval, melodías de alabanzas que utilizan en procesiones y celebraciones litúrgicas, música popular comercial y composiciones propias a las que suelen denominar poemas. Aunque los conjuntos de tundos se sienten en desventaja frente a los demás, que interpretan música comercial, son en realidad los más numerosos y populares en la zona. 

El repertorio de este grupo que aparece en el disco consta de las piezas siguientes: 

– Poema a la Santísima Cruz, composición de Timoteo Alvarez en homenaje a la cruz del Picacho. 

– Encuentro a la Santísima Virgen de Guadalupe. Esta pieza se toca cuando se encuentran la cruz del Pinal del Zamorano y la de Guadalupe, durante la fiesta del 3 de mayo. 

– Poesía al Santo Patrón de Cieneguilla y al Sagrado Corazón. En esta pieza, como en las dos anteriores, la estructura rítmica y melódica entre las dos flautas y los tambores es semejante a la descrita anteriormente. 

– Pieza de Rayados, que corresponde a la danza del mismo nombre. Es ejecutada por un sólo músico.

 

CARA A

– SANTO TOMÁS CHICHIMECO 4:12
– CRUCITA LINDA 3:20
– EL SALTO 4:05
– SAN ILDEFONSO 3:33
– EL GALLITO (son) 2:39

 

CARA B

– DE CELAYA PARA ABAJO 3:30
– POEMA A LA SANTA CRUZ 1:49
– ENCUENTRO A LA SANTÍSIMA VIRGEN DE GUADALUPE 3:30
– POESÍA AL SANTO PATRONO DE CIENEGUILLA Y AL SAGRADO CORAZÓN 3:47
– PIEZA DE RAYADOS 3:46

 

LAS TAREAS DE INVESTIGACIÓN Y ACOPIO DE MATERIALES QUE HICIERON POSIBLE LA REALIZACIÓN DE ESTE ÁLBUM FUERON LOGRADOS GRACIAS A LA SRA. CARMEN ROMANO DE LOPEZ PORTILLO, PRESIDENTA DEL FONDO NACIONAL PARA ACTIVIDADES SOCIALES (FONAPAS), POR EL FINANCIAMIENTO OTORGADO AL ARCHIVO ETNOGRÁFICO AUDIOVISUAL DEL INSTITUTO NACIONAL INDIGENISTA DENTRO DEL PROGRAMA OLLIN YOLIZTLI. 

LA EDICIÓN DE ESTOS MATERIALES DE REVALORACIÓN CULTURAL FUE CUBIERTA, ASIMISMO, CON CARGO A LA GENEROSA APORTACIÓN ECONÓMICA DE DIVERSAS AGRUPACIONES SINDICALES.

 

ALFREDO ELIAS
DIRECTOR DEL FONDO NACIONAL PARA ACTIVIDADES SOCIALES

IGNACIO OVALLE FERNÁNDEZ
DIRECTOR GENERAL DEL INSTITUTO NACIONAL INDIGENISTA

JUAN CARLOS COLIN
JEFE DEL ARCHIVO ETNOGRÁFICO AUDIOVISUAL DEL INSTITUTO NACIONAL INDIGENISTA

ANGEL AGUSTIN PIMENTEL
JESUS HERRERA PIMENTEL
ALEJANDRO MENDEZ ROJAS
UNIDAD DE ETNOMUSICOLOGÍA QUE TUVO A SU CARGO EL TRABAJO DE INVESTIGACIÓN, GRABACIÓN DE CAMPO, EDICIÓN, Y COORDINACIÓN.

JOSÉ MANUEL PINTADO
REDACCIÓN Y ESTILO

DAVID MENDEZ
DISEÑO


Lista de canciones:

LA MÚSICA DE UNA COMUNIDAD OTOMÍ
LADO 1
  • A1 SANTO TOMÁS CHICHIMECO 4:12
    Intérprete(s):
  • A2 CRUCITA LINDA 3:20
    Intérprete(s):
  • A3 EL SALTO 4:05
    Intérprete(s):
  • A4 SAN ILDEFONSO 3:33
    Intérprete(s):
  • A5 EL GALLITO (son) 2:39
    Intérprete(s):
LADO 2
  • B1 DE CELAYA PARA ABAJO 3:30
    Intérprete(s):
  • B2 POEMA A LA SANTA CRUZ 1:49
    Intérprete(s):
  • B3 ENCUENTRO A LA SANTÍSIMA VIRGEN DE GUADALUPE 3:30
    Intérprete(s):
  • B4 POESÍA AL SANTO PATRONO DE CIENEGUILLA Y AL SAGRADO CORAZÓN 3:47
    Intérprete(s):
  • B5 PIEZA DE RAYADOS 3:46
    Intérprete(s):

Créditos:

Alfredo Elias
Director Del Fondo Nacional Para Actividades Sociales

Ignacio Ovalle Fernández
Director General Del Instituto Nacional Indigenista

Juan Carlos Colin
Jefe Del Archivo Etnográfico Audiovisual Del Instituto Nacional Indigenista

Angel Agustin Pimentel
Jesus Herrera Pimentel
Alejandro Mendez Rojas
Unidad De Etnomusicología Que Tuvo A Su Cargo El Trabajo De Investigación, Grabación De Campo, Edición, Y Coordinación.

José Manuel Pintado
Redacción Y Estilo

David Mendez
Diseño


Notas:

Las tareas de investigación y acopio de materiales que hicieron posible la realización de este álbum fueron logrados gracias a la sra. Carmen romano de lopez portillo, presidenta del fondo nacional para actividades sociales (fonapas), por el financiamiento otorgado al archivo etnográfico audiovisual del instituto nacional indigenista dentro del programa ollin yoliztli.

La edición de estos materiales de revaloración cultural fue cubierta, asimismo, con cargo a la generosa aportación económica de diversas agrupaciones sindicales.


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Otomí – La Musica De Una Comunidad Otomí

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