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Sello: FONAPAS-INI  SERIE III, VOL. 1

País: México

Info:

CUENTOS NAHUAS

Serie III Narraciones en voz indígena vol. 1

ARCHIVO ETNOGRÁFICO AUDIOVISUAL DEL INSTITUTO NACIONAL INDIGENISTA

FONAPAS – INI

 

INTRODUCCIÓN

 

Nos enseña la tradición literaria que el cuento –sin duda después del poema ritual y propiciatorio– es una de las formas más antiguas de los productos del lenguaje. 

Probablemente para introducir modelos de conducta, los guías de cada comunidad extraían explicaciones y consecuencias aprovechables de fenómenos naturales y de experiencias cotidianas, y las conservaban en forma de cuentos. 

Nadie ignora, pero repitámoslo una vez más, que los sistemas de escritura son relativamente recientes, frente a la riquísima experiencia humana que en su mayor parte se nos perdió por la falta de sistemas de registro, o porque el hombre no sabe descifrarlos cuando los descubre, ya sin las claves correspondientes. Al respecto nos basta recordar las promesas de la escritura maya. 

Por lo anterior, no cabe desdeñar ninguna de las aportaciones de la transmisión oral, aunque se tenga conciencia de que no se inaugura una forma nueva de penetrar en el pasado del hombre, sino de que se continúa un proceso enriquecido constantemente por la recolección acuciosa de los investigadores desprejuiciados, como debe ser todo investigador, que difunden sus hallazgos con el deseo de que aparezcan nuevos datos para comprender el pasado.

Los cuentos aquí reunidos tienen venerables antecedentes, desde las tradiciones que Sahagún obtuvo de sus informantes nahuas, y las versiones que en este siglo han hecho Don Angel María Garibay y el Doctor Miguel León Portilla, hasta las recreaciones artísticas, aunque se trate del mundo zapoteca, de los oaxaqueños Andrés Henestrosa y Gabriel López Chiñas, si nos limitamos sólo al ejemplo imprescindible. 

La literatura oral, mientras más cerca está de las circunstancias que la originan, no concede importancia a la forma. Ésta es a menudo ingenua, repetitiva, hasta contradictoria. Al autor, entendido como un autor colectivo, no le preocupa el uso y hasta el abuso de conjunciones copulativas y adverbios temporales para establecer las secuencias del relato. Son otras las cosas que importan: estimular la imaginación –no importa a qué nivel–, explicar el origen de una costumbre, el rasgo de una especie animal, la utilidad de un vegetal, la cualidad moral de un ser humano. 

Es casi inútil señalar la inevitable contaminación que han sufrido las ideas del mundo prehispánico. A nadie extrañan ya las semejanzas, que son más bien interpolaciones del pensamiento religioso judeocristiano, que de pronto encontramos entre un mito del Viejo Mundo y otro del Nuevo. 

Es evidente que en los cuentos aquí reunidos no podemos destacar los valores habituales que parten de la forma de narrar (ritmo narrativo, manejo del tiempo, polivalencia léxica, etc.), sino la significación mágica de los temas. 

Pero, por otra parte, no será muy sensato exigir que los hombres de una latitud piensen y sientan de manera diametralmente opuesta a los de otra. Hay muchísimos fenómenos y experiencias que son comunes: el tiempo –acaso medido con el paso de los planetas–, la relación espacial, la lucha vida-muerte, etc.

 

Los números mágicos 

Por razones que ahora sería prolijo señalar, todas las culturas conceden valor mágico a ciertos números: el tres, el siete, el nueve. En estos relatos es el siete el número cargado de poderes: siete días de ayuno, siete días después de la muerte se vuelve a la vida, etc. ¿Por qué el siete? No creemos que sea una elección del mundo prehispánico, pues su semana estaba organizada de otra manera, sino trasunto del siete semítico. 

Para no quedarnos con el solo enunciado, podríamos revisar los mitos nahuas de la creación, o los del Popol-Vuh. Comprobaríamos, sin lugar a dudas, que es importante siempre la simetría en el número de pruebas que tiene que superar un héroe, en el número de animales auxiliares, en el número de antagonistas por vencer, etc. Generalmente, estos casos se resuelven con el número cuatro. 

 

Parentesco de los mitos 

Para las mentalidades cargadas de elementos mágicos, las manifestaciones de la naturaleza –animales o fenómenos– no tienen un origen independiente de la voluntad divina: el zanate chilla porque aminoró la picadura del alacrán, el armadillo tiene costuras porque su glotonería lo hizo reventar, la tortuga está cuadriculada en su caparazón por las travesuras de un niño, etc. 

En un estudio comparativo –de los que ya abundan– se descubren sorprendentes semejanzas entre los mitos de las comunidades étnicas mesoamericanas y las que ocuparon el territorio de los Estados Unidos de Norteamérica. 

El Dios del fuego, curiosa versión de Xipe Totec, es sometido aquí a una experiencia doméstica, con malos tratos de cuñados, en la que únicamente es reconocido por su esposa, y por los animales auxiliares que nunca faltan en estos relatos de índole maravillosa.

El milagro, uno solo, ocurre ante el armadillo que come una carne inagotable, como inagotable es la naturaleza purificadora del fuego, que destruye las rozaduras de los campos de maíz para dar lugar al nuevo nacimiento. 

Con “El juramento” podemos conocer otra interpretación del eterno juego de promesas, cumplidas o no, con las que los seres humanos combaten su condición efímera, y, además, el asomo de una lucha heroica contra el reino de la muerte. El lector cree, por un instante, que está enfrentándose a una versión de Orfeo, pero el relato toma una dirección opuesta al del mito griego, aunque en ambos casos sea la muerte la que triunfe. 

El gavilán, como auxiliar totémico del personaje de “El juramento”, no cumple su promesa, puesto que sólo facilita la llegada al reino de la muerte, pero no ocurre la recuperación de la amada. El relato parece inacabado. El pañuelo es un interesante símbolo que se nos escapa a los que carecemos de información especializada. 

Inusitada rebelión femenina, en este mundo de sometimiento indiscutible, aparece en “La diosa de la sal”. Además de haberse logrado un relato poético de perspicaz interpretación de la tarea transformadora de la naturaleza, las relaciones de los personajes sobrepasan su función de meros símbolos para asumir la de seres vivientes, capaces de pasiones como la ternura y el resentimiento. Al mismo tiempo que se exalta la feminidad, se castiga la vanidad del macho con el abandono de la esposa vejada. 

“El hijo del trueno” yuxtapone varias leyendas, sin que falte la mariana. 

La fecundación milagrosa, tan milagrosa como la de la tierra, tiene múltiples versiones. En el Popol Vuh la doncella concibe porque la calavera de un héroe que desea perpetuarse la escupe en la mano; la madre de Huitzilopochtli lo concibe por su contacto con una pluma; la doncella de este relato-El hijo del trueno- que no es otra cosa que Coatlicue reinterpretada, da a luz a consecuencia de una preñez cósmica. En vez de hermanos envidiosos, el niño tendrá una abuela malvada. En las sucesivas destrucciones del recién nacido no podemos evitar el reconocimiento de las evoluciones solares, La tortuga, portadora y protectora del niño-sol, no es otra que la tierra. 

Las moscas malignas que brotan de las cenizas de la abuela merecen las reflexiones de un especialista en mitos prehispánicos. Por lo pronto, nos sorprende la coincidencia entre la caja que lleva el sapo, y la de Pandora. Pero sabemos que la explicación de este caso responde a otros elementos. 

En lo que querríamos no errar es en la identificación, una vez más, del niño engendrado milagrosamente como el dios solar, pues la ascensión a los cielos, con la lengua del lagarto para enviar rayos, aclara todo. 

Pero su relación con el maíz como alimento milagroso y capaz de conceder la inmortalidad asimila al dios solar con el dios de esta gramínea. Hay un profundo simbolismo en esta semejanza, pues ¿qué cosa es el maíz sino la energía solar transformada? 

Por último, ¿representa la destrucción de la abuela el desarraigo de una época de matriarcado? 

Las aportaciones más recientes de las investigaciones literarias nos dicen, para sorpresa de muchos, que el hombre, a lo largo de su quehacer poético, ha manejado unos cuantos temas básicos, muy pocos en realidad. Lo que parecía una riquísima gama de asuntos diversos, con el examen profundo se ha reducido a cuestiones esenciales: nacimiento, vejez, mejoría o empeoramiento de fortuna, la realización erótica, etc. 

¿Qué de extraño tendrá, entonces, que estos cuentos comunicados no inventados por un campesino tengan un marco limitado? Sin embargo, como veremos, ya aparecen varias actitudes y preocupaciones permanentes del ser humano.

Dos son los ámbitos esenciales para el hombre: los medios de sustento y la casa. En los cuentos nahuas, conservados y rememorados al ritmo productor de la tierra, es la milpa el punto de referencia casi constante en el que confluyen las últimas realizaciones de los personajes. La casa, reducida apenas a la preparación de alimentos y a la realización de algunas tareas de limpieza, queda en segundo término. Aquí los seres humanos no tienen tiempo si no para hacer que la tierra reproduzca el maíz; y las mujeres, al hombre que habrá de perpetuar la especie. No hay tiempo para diversiones, no hay lugar a indagaciones metafísicas o escatológicas. 

La muerte es la otra orilla, por eso asoma con ellos, los de final más sorprendente, concluyen en un diferentes caretas en estos relatos, por eso dos de montón de huesos. 

La tierra de estos hombres es fértil, de ahí que no se quejen de ella. No obstante, la felicidad no encuentra ni la menor acogida, no existe como fin ni siquiera presentido. El desmoronamiento al que se someten los seres vivientes está presente en todos los ángulos de la realidad. El que ama duda de que se le corresponda, y mata el amor; el que vive placenteramente porque sus alimentos tienen sabor, destruye su bienestar con la incomprensión y la violencia; los padres que ven el fin de su larga esterilidad, pierden al hijo porque no pudieron encauzarlo. 

No confundamos ingenuidad con superficialidad. No siempre lo sesudamente elaborado es profundo, ni lo espontáneo, incapaz de penetración. 

Los relatos reflejan todavía una fuerte sujeción de la libertad individual a los fines colectivos. La idea de lo divino predomina en “El Dios del fuego”, en “La diosa de la sal”, y, con diferentes encarnaciones. en el “Hijo del trueno”. A falta de los padres, que impidan las relaciones de la pareja, están los cuñados y las cuñadas como villanos inconfundibles. 

Si el hombre mantiene la tierra en orden para que no falte el sustento, la mujer sólo alcanza, como sucede también en niveles más sofisticados, el rango de esclava que cumple las faenas impostergables. Aun después de la muerte es aguijoneada por las obligaciones que dejó de cumplir. Por eso retorna a propiciar el bienestar de sus hijos. 

Finalmente, creemos que no deja de ser violento someter la narración oral a la forma convencional de la lengua escrita. Bien se sabe que son dos experiencias diferentes. Si aquí se ha recurrido a la presentación de textos, sujetos a los moldes de la narrativa “literaria”, permítasenos el entrecomillado, es por razones de claridad. 

Así como el musicólogo aprende nuevos sistemas de transcripción para registrar las diferentes manifestaciones que le ofrece su campo, el investigador de la literatura oral tiene que inventar y aplicar formas del lenguaje escrito que no traicionen la naturaleza del relato oral. 

Evidentemente, no se pretende con estas notas, y la muestra de sólo siete cuentos nahuas, una hipótesis que implique a todos los cuentos de esta tradición. 

Se ofrecen como un testimonio que podría ayudar al especialista a obtener resultados, o planteamientos, de carácter más general.

 

El alacrán y el zanate 

Cuando el alacrán vino al mundo, vino con la intención de matar a quien picara, pero para que ello fuera posible tenía que ayunar siete días. Iba ya en el sexto día de su abstinencia, cuando volando volando llegó a pararse ahí en el suelo un Zanate. El alacrán estaba acostado junto a una piedra. Aunque con miedo, el Zanate le preguntó: 

–¿Qué haces alacrancito?
Y el alacrán le contestó:
–Pues yo aquí estoy ayunando.
–¿Y por qué? –le preguntó el Zanate.
–¡Ah!, porque a quien yo pique se tiene que morir. Y para eso yo tengo que ayunar siete días. Esa es la misión que cumplo. Ya no más me falta un día. 

El Zanate le dijo: 

–¡Humm..! No creo que lo logres porque eres bien chiquito. Mejor lo que debieras hacer es comer como yo. ¡Si vieras qué contento me pongo cuando estoy lleno! Pero el alacrán buscaba razones y se defendía. 

Entonces el Zanate tuvo una idea y le dijo: 

A ver, pícame mejor en una pata, a ver si de veras picas fuerte. 

El alacrán, molesto, le picó una pata, pero el Zanate le dijo: 

–No sentí nada. Mejor ya come, ya no estés sufriendo. 

Y el alacrán empezó a comer de su pata. Ya mero terminaba, cuando el Zanate voló hasta la rama de un árbol, chillando fuertemente porque los piquetes del alacrán fueron tremendos. 

Es desde entonces que por donde anda el Zanate se oye claramente cómo chilla. Fuerte fue el piquete de verdad. Pero el Zanate salvó al hombre de este mundo de morir picado de alacrán.

 

Versión Náhuatl

KOLOTL UAN PIXKORRUIJ

Kemaj kolotl ualki ipan ni tlaltipaktli, uala-
yaya kiualikayaya tlanauatili, para aki kitsa-
kanis mikiskia; pero para inoj … kipia para
moayunaroskia, mosauskia chikome tonatij
… ya youiyaya chijuasej tonatij … kemaj
patlantok ualki moseuiko iixtenoj se tetl,
kampa uetstoya nopa tototl, se pixkorruij;
ika maskej ika majmajtli kiijlijki tlenijki ki-
chiua nopanoj, kiijlia para ya moayurarojti-
kaj, mosajtikaj, –kiijli– ¡aaaj!, uan para
tlen –kiijli–, ¡jaaaj!, pos na aki nijtsakanis
–kiijli–, mikis… ¡aaaj!, axnijneltoka, –ki-
ijli–, tlauel tikuekuetsij para kan titetsakanis
mikis se tleueli, … kena –kiijli– san ya san
se tonatij nechpoloua, –kiijli– ¡axneli!
–kiijli– mejor ya xitlakua, –kiijli– para
tlen titlaijyuoijtikaj, –kiijli– si tijmachiliskia
na kemaj niixuitok… kontento nimomachilia,
mejor ya xitlakua, para tlen titlaijyouijtikaj,
–kiijli– uan ya modefenderoyaya nopa pil-
kolotsij, uankinoj pixkorruij kiijlijki,… –haber
xinechtsakani ipan noikxi, –kiijli– nijma-
chilis tlaj nelia tlauel chikauak titekua –kiij-
li– uankinoj kualanki nopa kolotl, kontsa-
kanik ipan iikxi nopa pixkorruy, –kiijli–
¡mmm!…ax tlen nijmachilik –kiijli– kampa
tinechtsakanik –kiijli–; mejor ya xitlakua
–kiijli– para tlen titlaijyouijtikaj –kiijli–
uankinoj nopa kolotsij ya pejki tlakua tlakua,
kemaj ya ixuitiyouiyaya uankinoj nopa pix-
korruy patlantejki moseuito ipan se kuauitl,
pejki tsajtsi tsajtsi chikauak… yeka namaj,
kemaj tsajtsi pixkorruij kuali tijkakij, para
kikokojki kampa kikuajki nopa kolotl; pero
tech salvarok tojuantij de ipan ni tlaltipaktli.
De timikiskiaj de piquete, yaya nopa kolotl.

 

El Dios del Fuego 

Este era un señor que no más se la pasaba en su casa, sentado cerca de la lumbre, y no salía ni siquiera a trabajar. Pero como su mujer sabía los poderes que tenía nunca le decía nada. Cuando se vino el tiempo de tumbar monte, para quemar y hacer milpa, desde temprano sus cuñados salían a tumbar monte. Y ya casi para terminar la roza, fueron a visitar a su cuñado y le dijeron que cuándo iba a comenzar a rozar, que el tiempo se estaba pasando y que de qué iba a comer su hermana si él no trabajaba. Y no contentos con esta regañada, todavía le pegaron con una reata. Un día después el señor de la lumbre le dijo a su mujer que le hiciera tortillas porque iba a ir a su terreno a trabajar. 

Cuando llegó, lo primero que hizo fue un caminito alrededor de la milpa, y como al medio día le pegó fuego. De las grandes llamas que salieron hasta el cielo se nubló por la humazón. Y en el pueblo todos se asustaron. 

Al volver a su casa le dijo a su señora que al otro día iba a ir a sembrar, y que con que le pusiera una medida de a litro de maíz, y con que le matara un pollo estaba bien.

Al día siguiente, a la siembra acudieron a ayudarlo el zanate, la cotorra, el pich-pi, el pavo real, el jabalí, el conejo, el armadillo, el venado, el tejón, el mapache, y… otros animales. 

Cuando llegaron los trabajadores, su mujer ya había puesto la mesa y en seguida se sentaron a comer. A todos la comida les pareció excelente y abundante, menos al armadillo. Había un pedazo de carne en cada plato, y chilito y tortillas para cada quien. Pero el armadillo se empezó a burlar del señor de la casa, y decía que para él era muy chiquito el pedazo que le había tocado, y que con eso no se iba a llenar. Entonces el Señor de la Lumbre le dijo que comiera, y que si quería más, que pidiera. Y el armadillo empezó a comer y a comer y la carne no se acababa. Y comía y comía y la carne no se acababa, hasta que le reventó la panza. Y entonces entre los demás tuvieron que cosérsela. Y por eso es que los armadillos hasta la fecha traen unas arrugas, como una cicatriz que rodara, en la panza. 

 

Versión Náhuatl

 

DIOS DEL FUEGO O TLIXAUANTSIJ

Ni eliyaya se tetata tlen ax kinekiyaya tekitis,
mojmostlaj san itstoya ichaj, san tlitenoj lo-
kotstoya, ax pankisayaya para tekititi, asik
tiempo para kitlauisosej kuatitlaj gentes…
uan ya amo tekitiyaya, kualkaj kipeualtijkej
itexuaj tekitij tekitij, uan ya tlantiyouiasej
tekitij kipaxalotij inintex; uankinoj kiijliyaj
tlen horas kipeualtis tekitis uan tiempoj ya
panotikaj, kuali kiajuakej uan ax san inoj,
kuali kimakilijkej ika se lasoj.

Uankinoj kiijlijki isiuaj para tonilis makitlax-
kalchiueli, kej ya no yas kitlachiliti ikuatitlaj,
tonilik nelia yajki, kiyoualkotonato ikuatitlaj
kampa milchiuas, tlajkotona majkante kitli-
kuiltik temajmatij kej… kichijchijki se tlitl
kej kuaj nochi ¡puebloj nomajmatijkej!.

Kemaj mokuepato kiijlia isiuaj para tonilis
ya tookas, makinexketsa se litro sintli uan
teipaj makimikti se piyo ika inoj ya kuali.

Kintlanejki para tookanej… tsana, pixpix,
pavo real, kuapitsotl, kuatochij, ayitochej,
masatl, mapachej, tejón uan sekijnok.

De mokuepatoj tookatoj, aki isiuaj ya mochix-
toya ika mesa, ya tlateejtektoya tlakualistli,
motenkej, tlakuajkej kuali, pero ni ayitochij
ya kena kualanki pampa san se achitsij ina-
kayo kitlaluilijkej ipan platoj uan pilkentsij
chiltsij uan se ome tlaxkaltsitsij, ijkinoj pejki
kualani kiixkouik iteko; uan ya kiijlijki para
matlakua matlakua… uan tlaj ax kitlamia
kimakasej sekij; uankinoj ya pejki tlakua tla-
kua, tlakuajki tlauel, asta kej kuitlatsayanki,
uankinoj ¡compañeros kipaleuijkej para moij-
tiijtsonki sampa; uan yeka namaj kiualika
muestras nopa ayitochij de arrugas kuijkui-
lichtik iijti pampa ya inoj ax kitlepanitak
Tlixauantsij.

 

El juramento 

Esta era una pareja de jóvenes que se amaban. Y aunque el amor entre los dos era recíproco, el marido queria probar si el sentimiento de su mujer hacia él era verdadero. Un día le dijo a su mujer:

–Yo te quiero muchísimo! Te quiero más que a mí mismo. Te quiero más que a todo el oro del mundo. Y quiero jurarte que si mueres yo habré de morir también.

Y su esposa le contestó:

–Te creo, porque yo también te quiero igual. Y me hacen muy feliz tus palabras sinceras. Yo tampoco podré vivir sin ti. 

Y así establecieron un juramento para siempre. 

Entonces un día el marido salió a trabajar al monte, donde estaba con sus peones desramando árboles, árboles de los más grandes. A uno de éstos se subió el joven y se amarró a modo de no caerse para trabajar. Y como ya se había puesto de acuerdo con sus trabajadores, desde arriba les gritó:

–Ahora se van juntos a mi casa y le dicen a mi señora que yo me caí de un árbol y me maté, que aliste todo en la casa para cuando me lleven ustedes. 

Los peones así lo hicieron. Llegaron todos con la cara triste a dar la mala noticia a la esposa, quien rompió en llanto. En seguida se retiraron para ir a traer al falso difunto. Recordando su juramento, sin más pensarlo, la mujer buscó una soga y se colgó. 

Cuando los peones volvieron cargando al marido se encontraron con el cadáver de la esposa colgando de una viga, con la lengua de fuera. 

El señor se arrepintió mil veces de su actitud, pero no tuvo más remedio que enterrar a su esposa. 

El marido, que era huérfano y no tenía a nadie más en el mundo, cada vez que se iba a la milpa perdía el interés de trabajar. No más se quedaba pensando en su señora, y se ponía a llorar al pie de un árbol. Y uno de esos días que fue a la milpa a trabajar y no pudo, y se sentó a llorar al pie del árbol, llegó arriba volando un gavilán y se paró y le preguntó por qué lloraba. El hombre miró hacia arriba, vio al gavilán parado en una rama y le contestó que él sufría de una gran tristeza por la pérdida de su esposa. Y le refirió lo sucedido. Y así, durante varios días, el gavilán acompañaba al hombre que lloraba su desgracia. Uno de esos días el gavilán le dijo que ya no llorara tanto, que si tanto quería a su esposa, que si de veras no la podía olvidar y quería ver la de nuevo, que él lo podía ayudar y que podría encontrarla en… cierto lugar. 

Entonces le dio un pañuelo rojo y le dijo que tenía que ayunar siete días, y que si en esos siete días comía se quedaría para siempre allá, donde ella estaba.

–¡Vete! –le dijo. Con este pañuelo vas a emprender tu camino. Primero encontrarás cruces pequeñas, pero cuando encuentres una grande allí está tu esposa. Cuando llegues, entrégale el pañuelo. Ella ya sabe lo que quiere decir. 

El hombre hizo lo que le dijo el gavilán, y cuando vio una cruz grande efectivamente encontró ahí a su mujer, y le entregó el pañuelo. En seguida le dijo que la quería mucho y que la extrañaba y que por eso había venido a verla. Pero que ahora podían regresar y vivir juntos. 

La mujer estaba cocinando, muy ocupada, y le contestó que ella ni lo conocía, que vivía muy feliz con su marido. En eso llegó el nuevo marido de la señora y le preguntó que quién era ese señor. Y ella le respondió que era su tío. “¡Ah!, dijo el marido, entonces dále de comer que debe de venir cansado y ha de tener hambre.” 

Después de comer, el nuevo marido, que era un arriero, salió otra vez a la cosecha. Y regresó ya de noche, con sus bestias cargadas de maíz. 

El arriero y su mujer se fueron a dormir en un cuarto y a él le dieron otra habitación. Cuando el arriero se hubo dormido, el primer marido buscó una soga y se acercó hasta donde ella dormía y comenzó a amarrarla para llevársela. Pero cuando quiso cargarla, un montón de huesos cayeron al suelo. 

Entonces el hombre vio que estaba solo con la muerte en el cementerio. 

 

Versión Náhuatl 

JURAMENTO

Ni eliyaya se telpokatl uan se ichpokatl, mo-
namiktijtoyaj, itstoyaj ya sansejko, tlauel
moileuiyayaj, tlauel moamatiyayaj, pero tla-
katl ax eltoya conforme para kiijliya ya isiuaj
tlauel kiileuia, uan se tonatij kiijli tlaj neli
tlauel kineki; –kiijli–, para kena, “tlauel ni-
mitsneki,” – “pues na nojki igualmente, nij-
neki nimitsijlis para tlaj tlauel tinechneki…
si tlaj ta timikis, na no nimikis” –kiijli–
“pampa tlauel nimitsileuia; jaaaj! -pos na
nojki” –kiijli– “nojki, ¡cuando niitstos sin
ta!” –kiijli– uankinoj mojuraruilijkej para
nochi tiempo monekisej.
Se tonatij kistejki tekitito nopa tlakatl, ika
¡peones, kuatitlaj… ya inijuantij ya motla
altoyaj de acuerdo, uankinoj ya tlejkok ipan
se kuauitl, kuajkapaj para kimaximati, moil-
pik ika se lasoj, para ax uetsis kemaj temos,
uankinoj desde uejkapaj kintsajtsilik ¡peones,
para mayakaj ichaj kiijlitij isiuaj para ya
mokuatepexouik uan momiktik, –nelia–;
nopa ¡peones yajkej nochi tristes asitoj, pam-
pa kiuikaj mala noticia, kemaj kiijlijkej isiuaj
tsajtsitejki choka… uankinoj kiijlamijki nopa

Juramento tien moitokej, nopa peones nimaj
mokuapkej para kikuitij nopa difunto, uan
nikanij, isiuaj ya kiteemok se lasoj uan mo-
kuauiyonik, momiktik; kemaj nopa peones
mokuapatoj ika nopa difunto kiitako nopa
tlakatl, para neli isiuaj momiktijtok; kuaui-
yontok ipan se viga, asta nenepilkistok, motsi-
majmatik uan moarrepentirok mil veces pero
ax kipixki mas remedio ke san kittokas, de
uankinoj mokuesok; youiyaya tekiti imilaj,
ayok ueliyaya tekiti, pampa san ya inoj ki-
seemejtok, uan peua mochokiliya, ijkinoj pa-
nok miak tonatij, itsintlaj se kuauitl moseui-
yaya choka kemaj youiyaya tekiti, panok se
ome tonatij, uan ijkinoj kipasarouiyaya, ayok
tekitiyaya, pampa nopa telpokatl eliyaya ik-
notsij, ax akij kipiyaya… uan se tonatij teki-
tito imilaj… ax tekitik… moseuito itsintlaj
nopa kuauitl ika ipan moseuiya, kemaj pa-
tlantok ualki se kuajtli moseuiko itsontlaj;
uankinoj kiijliya, (nopa kuajtli),-“para tlen
tichoka”, kiijli, uankinoj ya nopa ajkoitak
kitlachilik nopa lokotsijtok se kuajtli, “jaaaj!”
–kiijli– “na nipjpia se ueyi kuesoli” –kiijli–
“pampa nijpolojki nosiuaj”-kiijli- “mijki
ya” –kiijli– “¡mmm!” nochi kitlapouiltik
tlen ipantitoya. Bueno… panok miak tonatij…
uan nopa kuajtli kiitak para tlauel mokuesoua,
se tonatij kiijlijki, para maayok mokueso, …
si tlaj nelnelia tlauel kineki kiitas isiuaj, tlaue!
kiijlamiki, kej ya kipaleuis; uankinoj kikixtik
se payoj chichiltik kimakak uan kiijlijki– “ya
inij, ya inij ika tias” -kiijli- “xijkonana
moojui” –kiijli– “pero amo titlakuas chi-
kome tonatij” –kiijli– “porque si tlaj titla-
kuas, uankinoj ax timokuepati kampa tiasiti”,
kejnopa kichijki nelia… kikonanki iojui nopa
tlakatl, uan kiijlijki… “timelajtias miak krus-
tsitsij” –kiijli– “kampa tikasiti se ueyi krus,
nopanoj itstok mosinaj” –kiijli– neliya …
asito kampa nopa eltok se ueyi krus, nopanoj
itstok isinaj, lo kej primero kichijki kimakak
nopa payoj chichiltik uan kiileuito nimaj sam-
pa, pampa kiitato tlauel yejyektsij; –kiijli–
“jaaaj!” –kiijli– “pero na ayok nimitsijla-
miki, na niitstok contento, nikanij” –kiijli–
“na ax nimitsixmati” -kiijli- “pero na
nijneki nimitsuikas”-kiijli- uankinoj asiko
iueuej se arriero tekiti kisakatikaj sintli… asiko
kitlajtlanilij ajkia nopa tlakatl, “jaaaj!”
–kiijli– “ne notlayi” –kiijli– “aaaj!”
xijtlamaka” –kiijli– “ualaj siyajtok uan
mayantok” –kiijli–; tlakuajki uan nopa
arriero sampa yajki para imilaj sinkuito, ya
ualato ya asta tlayoua, uankinoj tlajuajkej
uan ya kochitoj, uan nopa ten achtoui iuenej
kimakakej se kuartojtsij sejkanok, uan ya
nopa arriero nimaj kochki; uan nopar tlakatl
ax kochki, kiteemok se lasoj uan yolik
moechkauijtiyajki kampa uetstokej inijuan-
tij, uan nopanoj kiilpito nopa isinaj: pero ya
kemaj… para kitlalanas kikechpanos, uanki-
noj tepejki nochi nopa iomiyo, uankinoj mo-
makak kuentaj para itstoya uan mijkatsij
kampa santo.

 

La muerte 

Existe la creencia de que antiguamente uno no se moría para siempre, sino que a los siete días volvía a la vida. Esto precisamente fue lo que le pasó a un señor cuya esposa murió joven y dejó a sus pequeños hijos desamparados. 

Cuando el señor aquél se iba a trabajar a su milpa, la difunta volvía a la vida, y se presentaba en su casa y barría y lavaba y bañaba y peinaba a los niños y hacía las tortillas, y, en fin, todo lo dejaba arreglado antes del mediodía en que su marido regresaba a comer. Y se iba entonces, recomendándoles a los niños que no le dijeran a nadie que era ella quien hacía los quehaceres de la casa, y mucho menos a su padre. 

Al señor no dejaba de extrañarle lo que pasaba en su casa, pues él mismo había sepultado a su esposa y no había quien hiciera el quehacer. 

Un día les preguntó a sus hijos, y ellos le dijeron que su mamá venía por las mañanas. 

Entonces el esposo estuvo vigilante al día siguiente, y sorprendió a su mujer haciendo la comida, y la vio muy hermosa. Cuando ella se dio cuenta, le dijo que no se le acercara y que no le fuera a tocar, porque si lo hacía ya jamás volvería a verla. 

Pero el hombre le contestó que la veía muy hermosa y que quería estrecharla entre sus brazos. Y sin pensarlo más, el hombre fue a abrazarla, pero apenas la hubo tocado sus huesos se desparramaron por el suelo, y tuvo que volver a enterrarlos. Y la señora ya nunca volvió. 

 

Versión Náhuatl

LA MUERTE O MIJKATSIJ

Achtoui moneltokayaya kej tojuantij ax ti-
mikiyayaj tlen nelnelia, sino kej de ya timik-
tokej timokuapayayaj ipan chikome tonatij;
uan de inoj se tlakatl mijki iichpokaj siuatl;
akej nopa isiuaj eltoya… uan kinkajtejki iko-
neuaj kuekuetsitsij, uan kemaj nopa tlakatl
youiyaya tekiti imilaj uankinoj isiuaj mokua-
payaya… ika kualkaj tlachpanayaya, kinal-
tiyaya ikoneuaj, kintsikauasuiyaya… uan tei-
paj tlaxkalchiuayaya uan kintlamakateuayaya;
kemaj asiyaya iueuej ya onkaj tlaxkali uan
kali tlasenkauali… pero teipaj kikuesok, uan-
kinoj kintlajtlanilik ikoneuaj, ajkia kejnopa
ualaj kichiua tekitl ipan nopa kali, uan isinaj
ya ya miktok, uan ya kitoktok, uankinoj kiijlij-
kej para ualaj ininana, ipan se kualkaj ya
ualaj kichiua nopa tekitl, uankinoj tonilik
kipijpixki, tlejkok ipan se tlapaj… kemaj kiits-
tejki nopa ualaj isiuaj, kalakiko kalijtik, pejki
kichiua tekitl, tlaxkaloyaya, uankinoj temok;
kinojnotski, –kiijli– “jaaaj!… ya tiualki”
–kiijli–, “pero namaj ayok tias”–kiijli–
–kiijli– “porque uankinoj kena nimikis”
–kiijli– “pero na nijneki, ximokaua” –kiij-
li– “porque ya tlauel nimitsileuiya, uan tlauel
nimitsijlamiki”, uan sin pensarlo más nejnen-
tikiski kinajnauato, pero kemaj kinajnauato
nepa tepeuito iomiyo, uankinoj kena ax kipi-
xki mas remedio kej kitookato, pero de uan-
kinoj ayok kemaj mokuapki mas isiuaj.

 

La diosa de la sal 

En tiempos muy antiguos, el hombre tomaba sus alimentos, ya sea cocidos o crudos, pero sin sal. En aquellos tiempos hubo un señor que trabajaba todos los días su milpa. Y era el único que tenía la dicha de comer cocido y con sal. Solamente él era afortunado al comer la comida con sabor, pero no sabía que su esposa sacaba la sal de su propio cuerpo. 

Un día su esposa invitó a las cuñadas a comer mole, y como la comida les pareció muy sabrosa, le preguntaron que cómo hacía para hacer la comida con sabor. Ella se negaba a decirles la verdad, pero las cuñadas tanto insistieron en el asunto que por fin les dijo que cuando ella se bañaba tallaba las gotitas de agua que quedaban en su cuerpo, con la mano para abajo y las atajaba con un traste, al caer en el cual se volvían terrones de sal. Y que con eso hacía la comida. 

La señora de la sal les había dicho la verdad, pero también les pidió que guardaran el secreto, porque si su marido lo sabía le iba a pegar. 

Entonces las cuñadas corrieron a contarle a su hermano, pero éste no les creyó. Entonces volvieron con la señora y le pidieron que les regalara unos terrones de sal dizque para que ellas también pudieran hacer la comida con sabor, pero era sólo una mentira. Le llevaron los terrones de sal al esposo, quien así quedó convencido. 

Un día, entonces, se dispuso a vigilar a su esposa cuando fuera a bañarse, y comprobó que efectivamente era cierto lo que le habían dicho sus hermanas. 

Cuando su mujer terminó de bañarse, talló su cuerpo con las manos, atajó con un plato las gotas de agua y lo llenó de pura sal. 

El hombre se alejó del lugar y la fue a esperar a su casa. Allí la regañó y la regañó y luego la cuarteó brutalmente, mientras le decía que cómo podía darle a comer porquería de su cuerpo, que cómo podía ser su mujer tan cochina. 

Ella comenzó a llorar y a llorar y a llorar hasta que al hombre le dió lástima y empezó a consolarla. Pero todo lo que hizo fue en vano, porque ella seguía llorando y llorando. 

Entonces vinieron los cuñados y también le suplicaron que se callara, pero tampoco pudieron consolarla. 

Entonces la señora de la sal le dijo a su marido: 

–Yo te daba de comer todo bien preparado y con sabor, comían a tu gusto, y nadie comía como tú. pero como me has pegado, como me has cuarteado brutalmente, y como no quiero que me vuelvas a hacer lo mismo, me voy a ir para siempre, sólo te pido que me traigas mi batea.

El cielo se había nublado desde el momento en que ella comenzó a llorar. Y en seguida empezó a tronar y a relampaguear y se vino de pronto un tremendo aguacero y los arroyos y los ríos se crecieron. Y entonces tomó de manos de su marido la batea, se subió en ella y se metió al agua, y su marido y sus cuñadas le suplicaron que regresara. Pero sus ruegos fueron inútiles, porque ella se metió en el agua y se fue al mar para siempre. 

Por eso, cuando llora uno, las lágrimas tienen sabor a sal, y el mar también está salado como lágrimas, porque allí se encuentra la diosa de la sal. 

 

Versión Náhuatl

DIOSA DE LA SAL O TONANTSIJ DE ISTATL

Achtoui tlakamej yanejya tlakuayayaj iksitok
o xoxouik, pero amo tlakuayayaj poyek, pero
se tlakatl kena tlakuayaya poyek, tekitiyaya
imilaj, ualayaya tlakua tlajkotona, siempre
poyek; pero ax kimatiyaya para isiuaj kikix-
tiyaya nopa istatl ipan mismo itlakayo… uan
se tonatij nopa isiuaj kininvitakok iuesuaj se
tlakuali, uankinoj kiijlijkej inijuantij, para
kenijkatsaj kichiua nopa tlakuali tlauel ajuiak,
ya ax kinekiyaya kinijlis, pero tanto tlaue!
kinrogaruilijki, kinijlijki, para ya kemaj yout
omaltiya, nopa apojpoloktli tlen mokaua ipan
itlakayo ya inoj kiuajuatania ika imak uan
kitsakuilia ipan se plato, uetstinemi ya eli
istatt; “¡eeej!” uankinoj, kiijlijki iniknij, para
isiuaj kitlamaka poyek, pero de ipan mismo
itlakayo kikixtia nopa istatl; uan ax kineltokak
ya, sampa yajkej kiitatoj para makinregalaro
se pilkentsij, para no motlakualchiuisej po-
yek, inijuantij no;… uankinoj kinmakak, pero
kinijlijki, para ax akaj makiijlikaj, porque si
tlaj kimatis iueuej kimakilis kuajkualtsij.
Pero nopa istatl ax akaj kitekiuijki san kikaj-
kayajkej, sino kej kiuikilijkej iniknij uan uan-
kinoj kena kineltokak, tlen kiijlijkej iueltiuaj;
uan asik se tonatij kipijpiyato kampa maltia
uan nelnelia kiitak tlen kiijlia iniueltej, kiitak
para kemaj tlami maltia nopa apojpoloktli
mouajuatania uan kitskuilia ika se plato,
temi de puro istatl; uankinoj ya mojkuenik de
nopanoj. Kichiato kalijtik, asitinemi pejki
kiajua kiajua, uan asta kemaj kiijlik uan ya
pejki choka mejor, mokuesok para tlen kej-
nopa kichiua, uankinoj kiijlijki –”na nimits-
tlamakayaya ajuiak”, kiijlia– “nochi tiempo
san ta titlakuajki poyek”, –kiijli– “ax akaj
tlakua mas seyok komo ta, ajuiak”; –kiijli–
“pero namaj tinechmakilik kuajkualtsij”,
–kiijli– “tlauel tinechkokojtok”, –kiijli–
“uan komo ax nijneki sampa kej inoj xinech-
chiua, mejor nias de nikanij” –kiijli–; uan
pejki choka, –uan ya kiijli– “para maax
choka, mejor ya, mamoseselti” –kiijli–…
asikoj iuesuaj, nokikonsolaroyayaj, pero
cuando, ya kiseguiroyaya choka, uankinoj
kiijlijki iueuej, para makikuiliti ibatea; uan
komo pejki choka, tlamixtenki eluikak uan
pejki tlatomoni, pejki tlauitekij. Nopa iueuej
ax kipixki mas remedio kej kikuilito ibatea
uan nopanoj kalajki. Kiyakatsakuiliyayaj iue-
suaj, pero ax uelkej; iueuej tlauel lo mismo
kichiuayaya, uan ax kanaj; kiski, yajki kala-
kitoj ipan atl uan de nopanoj yajki asta ipan
mar. Yeka namaj tojuantij kemaj tiixchojcho-
kaj, poyek toixtenayo; uan mar nojkia poyek,
pampa nopanoj asito Tonantsij de Istatl.

 

El hijo del Trueno 

Esta era una anciana muy enojona que por cualquier cosa de nada te trataba golpeado. Y esta anciana tenía una hija muy bonita a quien cupo la suerte de vivir martirizada por su madre. La mujer no dejaba nunca salir a su hija, ni platicar con nadie. Y la vigilaba y la regañaba. 

Cuando iba a lavar al arroyo, la dejaba encerrada en un cajón grande, donde cabía muy bien. Y como el arroyo estaba cerca, la mujer oía su hija que se reía, y regresaba y abría la caja y le preguntaba qué con quién se estaba riendo, y la hija le decía que con nadie. Y así pasó el tiempo y entonces la mujer vino a darse cuenta que su hija estaba embarazada. 

La mujer lanzó rayos de coraje, pero ya nada podía hacer. Tiempo después nació el hijo de aquella joven. 

Al ver a su nieto, lo primero que pensó la abuela fue en matarlo y comérselo sin que se diera cuenta la muchacha. Algunos días después, la mujer mandó a su hija a lavar al arroyo, y le dijo que dejara al niño durmiendo en la cuna. La abuela bruja lo mató y lo hizo en mole. 

De regreso de lavar, a mediodía, la madre del niño venía ya con hambre. Entonces su madre, que la esperaba con…¡rico mole! le dijo: 

–¡Siéntate! Ya come, que el niño sigue durmiendo. 

La madre se sentó a comer, pero cuando se llevaba el bocado a la boca,la carne le habló diciéndole que no la comiera, que era su propio hijo, y que si se lo comía de verdad iba a morir. 

La madre se levantó y fue a la cuna, y ahí sólo encontró una tabla bien arropada con pañales y cobijas que la abuela había preparado para que ella no se diera cuenta enseguida. 

La madre se puso muy triste y le reclamó a la abuela que por qué había matado al niño, y ella le dijo que porque no lo quería, porque no tenía padre. 

Entonces, como nadie se comió ya la comida, la madre la recogió y la fue a enterrar en el patio. 

A los seis días nació una mata de maíz. La abuela, al verla, se enojó y mandó al conejo que la trozara y se la comiera. 

A los pocos días la abuela salió a ver si estaba todavía la mata de maíz en el patio. Había una mazorca bien llegada, y, al pie, el conejo muerto. 

La abuela de un jalón arrancó la mazorca y la desgranó. Después puso el grano a hervir, pero la olla se partió en dos. 

Entonces llevó el nixtamal para molerlo al metate, pero el metate y la mano del metate se quebraron por la mitad. Y entonces, muy enojada, cogió el nixtamal y lo fué a tirar al río para que lo comieran los peces. Pero el nixtamal volvió a ser el niño, y los peces sólo le comieron la carne, y los huesos, en la orilla del río, empezaron a llorar. 

La Virgen María, allá en el cielo, oyó que un niño lloraba a la orilla del agua. Bajó a ver y vió que era un niño, cuyo cuerpo se habían comido los peces, y llamó a éstos y les dijo que devolvieran la carne que habían comido. 

Y los peces le obedecieron y el niño volvió a quedar como siempre, como si nada le hubiera pasado. 

La Virgen le encargó a la tortuga que lo cuidara y la tortuga así lo hizo. Llevaba siempre al niño sobre su espalda, y, como él era muy travieso, le rasguñaba el caparazón. Y es por eso que las tortugas tienen tantas rayas en su espalda. 

Así pasaron los días y el niño creció. Y un día quiso visitar a su madre, y le pidió permiso a la tortuga, a la que llamaba tía, y ella se lo concedió. Y se fue a ver a su madre, a quien halló sentadita, muy triste, cosiendo ropa a la puerta de su casa. 

El niño se subió a un árbol junto a la casa, y desde allí comenzó a tirarle hojas a su madre, y las hojas iban a caer sobre su costura. La mamá alzó la vista y vio a su hijo. El niño le dijo que no hiciera ruido porque los iba a escuchar su abuela. La madre le dijo que la abuela estaba en el patio y después hablaron de todo lo que había sucedido. Luego el niño dijo:

–Voy a ver a mi abuela. 

Su madre le contestó: 

–¡Mejor no vayas porque te puede matar! 

El niño la tranquilizó diciéndole que no se preocupara, que ya vería que nada podía hacerle. Y se fue a ver a su abuela. 

La abuela se había quitado el cuero cabelludo y lo estaba expulgando para quitarle los piojos. El niño juntó un poco de tierra, se subió al tapanco y desde allí le echó la tierra en la cabeza sin que ella se diera cuenta. Cuando la abuela quiso volver a ponerse su cuero cabelludo no había modo de que pegara de nuevo en su cabeza, y rompió en llanto. 

Entonces apareció su nieto y le dijo: 

–Ya no llores, abuela. Yo te voy a ayudar. Te quitaré el polvo de la cabeza. 

Y en seguida se transformó en mosquito y volando y volando en menos de un minuto ya le había quitado todo el polvo. Y la abuela pudo volver a pegar el cuero cabelludo a su cabeza. 

Entonces quedaron frente a frente y el niño, muy decidido, le dijo a su abuela: 

–Aunque yo sea un niño y tú una señora, ¿qué te parece, abuela, si vemos quién puede más?

Y como su abuela estuvo de acuerdo, el niño dijo: 

–Yo voy a regar en el suelo una taza de ajonjolí, y cuando regrese ya tú la habrás recogido toda, sin tierra y sin nada. 

Cuando regresó encontró que su abuela había juntado sólo un poco, y, hasta eso, con tierra, y se burló de ella y le dijo: 

–Así no, abuela. Echaste mucha basura. 

Entonces la abuela le dijo: 

–Bueno, pero ahora me toca a mí. Yo voy a regar un litro de alegría, y luego me voy a bañar. Cuando regrese ya la habrás juntado toda. 

El niño llamó a los pájaros para que lo ayudaran, y en un minuto ya habían recogido toda la alegría. 

Cuando regresó la abuela, el niño le dijo: 

–Ahora vamos a ver quién gana. Los dos traeremos agua del río en una red, y tú vas a ir primero. 

Fue y volvió la abuela, pero trajo la red vacía, y ella venía toda mojada. Y el niño volvió a burlarse de ella, y se fué al río y regresó con el agua dentro de la red. 

Al verlo, la abuela estalló de ira, porque en todo, su nieto le iba ganando, y dijo: 

–¡Ahora yo te voy a quemar! 

Y le echó leña al horno, y cuando estaba ardiendo metió al niño. Pero, antes de entrar al horno, el niño ya se había convertido en mosquito y se fue volando. La abuela le echó más leña, y cuando oyó que tronó pensó que ahí acaban los días de su nieto. 

Al otro día se levantó temprano y cogió una bandeja y un cuchillo, y ya iba a destapar el horno cuando atrás le habló su nieto diciendo: 

–Pensabas comerme muerto y cocido, ¿no? Pero aquí estoy, y ahora me toca a mí. 

Y el niño le metió más leña al horno y cuando ya estuvo candente la aventó en él. Luego sacó las cenizas y le encargó al sapo que fuera a tirarlas al agua, advirtiéndole que no fuera a destapar la caja en que las llevaba. 

Pero como el sapo oía un ruido dentro de la caja la destapó. Y entonces salieron toda clase de moscas ponzoñosas y empezaron a picarlo. Rápido, el sapo cerró la caja y la aventó al mar. 

El sapo llegó todo roñoso de piquetes de mosca a contarle al niño lo sucedido. 

Al otro día el niño afiló su cuchillo y emprendió el camino al mar, donde se encontró con un enorme lagarto que quería devorarlo. Entonces el niño le dijo:

–Si quieres comerme necesitas abrir más la trompa. 

El lagarto abrió más la trompa y en eso el niño le cortó la lengua con su cuchillo, y el lagarto se fue herido de muerte y se quedó su lengua relampagueando. Entonces el niño dijo: 

–Esto va a servir para dejar caer rayos. 

Y la subió al cielo. 

 

Versión Náhuatl 

HIJO DEL TRUENO O KONEJ AUAJKEMEJ.

Ni eliaya se tesisi, tlauel mosisiniyaya kej
por se tleueli nochi tlanauatiyaya mosisinij-
tok; uan kipiyaya se iichpokaj tlauel yejyek-
tsij uan ax kemaj kikauiliaya maajkia kika-
maui, nochi tiempo kiajuayaya uan tlauel
kimokuitlauiyaya; kemaj youiyaya tlachikue-
niti atlajko kikaltsakteuayaya ipan se ueyi
kajo kampa ikatiyaya kuajkualtsij; pero ke-
maj… ya kikajki tlachikuenijtikaj, kikajki
iichpokaj uan ajkia inoj uan uetska; uala
kitlachilia ya ax akaj itstok tlaijtik, kikajla-
poko –kiijlia– “ajkia uan tiuetskayaya”
–kiijlia– “ax akaj na niitstok noseltsitsij
jaaaj!” panok tiempoj kemaj kiitsteejki iichpo-
kaj ya ya tlanemiltia, kualanki tlauel para
kej inoj eltok, pero tlen ijki kichiuas; ax uaj-
kajki kipixki se okichpiltsij; kualanki pero ya
kipensorok komo kiera para kimiktis uan
kikuas. Uan se ueltaj kititlanki jichpokaj
para mayoui tlachikueniti, ya yajki, kiijlijki
makikajteua ikonej ya kimokuitlauis, ya yaj-
ki tlachikuenito; kemaj ya mokuapato tlaj-
kotona, ualajki ika… ya mayantok, kiijlia
tlaj ya tlakuas, kiijlia inana para maya moseui
matlakua, kej okichpiltsij kochtok, ijkinoj
kena moseuijki para tlakuas, pero antes de
kikuas nopa tlakuali, uankinoj tlatojki ikonej,
para maax kikua, porque tlaj kikuas uankinoj
kena mikis; moketstikiski inana nopa okich-
piltsij kitlachilito touajtli… tlen ijki touajtli,
san se pedazo kuauitl eltok kuali piktok ika
pestetl uan ika pilisali, tsajtsitejki uan kire-
clamarouilito inana para tlen para tlen kimik-
tik para tlen ijkinoj kichijki uan iixuij, uan
kiijlia ya para ax kineki kiitas pampa ax
kipia itata, uankinoj… komo ax akaj kikuaj-
ki nopa tlakuali, inana nopa okichpiltsij kiui-
tejki kitookato ipan kaltenoj, ipan patioj;
ipan chikuasej tonatij ixuak se tsontli toktli,
¡aaaj!… nopa tesisi kualanki para para kiita-
to eltok nopa toktli, kimuuatik kuatochij para
makitsonteki uan makikua, panok se ome
tonatij, sampa kitlachilito nopa toktli ya…
ya eltok se ueyi sinmolotl san kontilanki,
kixipejki uan kioxki uan tlanki kinexketski,
pero nopa nexkomitl kuitlatsiyanki, nepa te-
peuito nextamali; ijkinoj kualanki kinejki ki-
tisis, postejki metlapili uan metlatl tlatlapa-
kak; uan komo ax uelki kitisi, uankinoj kikui-
tejki nopa nextamali kikauato ipan se ueyi
atlajtli, para makikuakaj michimej, pero no-
panoj sampa mokuapki okichpiltsij, nopa…
nopa nextamali, pero komo kuekuetsij eliaya
ya kikuajkej michimej uankinoj mokaajki san
iomiyo, uankinoj nopa inmiyotsitsij pejkej
chokaj, uankinoj Tonantsij desde eluikak ki-
kajki para tsajtsitikaj se okichpiltsij; temok
kitlachiliko, ya kiitako para nopa okichpiltsij
san iomiyo tentok, uankinoj kinnauatik nopa
michimej para makikuapakaj tlen kikuajtokej,
nimajantsij kichijkej lo ke tlen kinauatijki,
uan al momento okichpiltsij sampa elki de
nuevo, uankinoj Tonantsij kinauatik tortuga
para makimokuitlaui, mano… kiiskalti ya,
uankinoj nelia ya nochi tiempo kimaamajtine-
miyaya, pero komo ni ya pilokichpiltsij tra-
vieso, kipanuauatstinemiyaya, uan yeka namaj
nopa tortuga tlauel panuauasatik; ya kichi-
uelik. Panok tonatij kiijlia nopa tortuga (o
iaui) –kiijlia ya–, para ya kitlachiliti inana,
tlen ijki kichiua; ya kimakak permiso, uanki-
noj yajki nopa okichpiltsij kitlachilito inana,
kitlachilito ya tlajtsontikaj puertajtenoj, uan-
kinoj ualtlejkoto ipan
kuauitl uan de
noj kuaixko pejki kitepeuilia tlasoli; uan ya
ajkoitak inana, nimaj, kiitak para ikonej;
uan kiijlik para maax kichiua ruido, porque
kikakis isisi ne kaltenoj itstok, kiijlia kiijlia
para maax kipia cuidado “komo kiera na
nias nikitati” –kiijlia– uan nopanoj tlauel
kuali motlapouilijkej de lo ke tlen kinpasaroj-
tok, buenoj… –kiijlia– “namaj nijtlachiliti
nosisi” –kiijliaya kiitato mokixtilijtok ikua-
kuetlaxo, moyejyektiltikaj, pampa kinpiyaya
atimimej; uankinoj ya tlejkok tlapaj, ika se
kentsij tlalkuanextli nopanoj kikuapopote-
chuelik; uan kemaj nopa tesisi kinekiyaya
mokuatlaluelis ikuakuetlaxo, ayok ikan uelki;
uan ijkinoj kiijli ya para para, ijkinoj ya
kipaleuis; mokuapki sayoltsij, pejki no patla-
ni ikuayayaualkaj, kitlamokuilik nopa tial-
kuanextli; uan uankinoj ya mokuatialuelik
ikuakuetlaxo, teipaj mokaajkej mosentlachil-
tokej, uankinoj kiijli nopa okichpiltsij, “na-
maj kena” kiijlia, “sisi matimotlanikaj”
–kiijlia– uan komo ya kualantok, kiijlijki
para kena, “bueno”… –kiijlia– “pos namaj
na nimitstepeuilteuas se litro ajolij uan na
nias nopeka ninejnemiti uan kemaj niasiki ta
ya tipejpentos, pero amo ika tlasoli” –kij-
lia– ya onyajki nopeka nejnemito, ualato ax
tlen, kentsij kipejpentok, kipejpenki kentsij,
pero ika tlasoli, ika nochi tlali; ualato –kiij-
lia– “¡mmm!” tlaj ax tlen, ax tlen tipejpenki”
–kiijlia– “uan tipejpenki asta ika tlali”
–kiijlia– “bueno…” –kiijlia–, “pero na-
maj na nias” kiijlia isisi, nankinoj kitepeuil-
tejki se tasa uajtli “uan na nionmaltiti” kiijlia,
“uan kemaj niualati ya titlantos tipeipentos”
–kiijlia–  yajki uan san ne ompoliuito ya
kinojnotski tototsitsij, ipan se ratito kitla-
mipejpenkej nopa uajtli, kemaj ualato nelia
kualaniyaya isisi, “bueno…” kiilia, “pero
amo xikualani sisi”, kiijlia, “porque namantsij
timotlanisej sampa”, kiijlia, “namaj tiomej
tijkuitij att ipan ni ayat!”, kiijlia, “pero namaj
achtoui tias ta”, kiijlia, “tijualiks atl ipan
nopa ayatl”, kiijlia, yajki nelia, se ratoj nopa
tlantok xoloni uan ax tlen kiualika ipan nopa
ayatl, “namaj na nias”, kiijlia, nelia, san
kontilanato nopa atl, nopa kiualika, “juuum!”
pero nelia kualaniyaya isisi para ya kena
kitlantikaj, uankinoj kiijtojki isisi “para na-
maj na nimitstlatis” kiijlia, kitemilik kuauitl
nopa hornoj uan kitlikuiltik, kemaj xauantoya
uankinoj kiitskik nopa iixuij uan kimajkajki,
pero antes de kalakiti ipan tlitl uankinoj ya
mokuapki sayoli, yon ax momakak kuentaj
kej kistejki yajki, tonilik nopa tesisi kualkaj
mejki ika ilavandeja uan ika se kochiyo; para
kikixtis iixuij uan kikuas, pero kikaktejki ya
kikamauia ika ikaj, kiijlia, “tijnekiyaya ti-
nechkuas niiksitok ax ke”, kiijlia, “pero na
nikaj nitstok”, kiijlia, “pero namaj na nimits-
majkauas nopanoj”, kiijlia, uankinoj no ki-
tlikuiltik nopa hornoj, uan se momento san
kuali tlikauantok ya uankonj ya kena kimaj-
kajki uan kena kimiktik, tonilik kikixtik ikua-
nexo uan kititlanik sapoj makimajkauati ipan
mar, pero kiijlijki maamo kitlapo nopa kaji-
taj kampa youi, maax kichiueli kuentaj; pero
komo ni sapoj kikajki para youi ruidos iijtik
nopa tlen kiuika, kitentlapok; kitentlapojti-
nemi, kiskej miak sayolime uan kitlamokuaj-
kej; kemaj mokuapato kitlapouilik okichpiltsij
lo ke tlen ipantik, uankinoj kualkantsij ipan
inoj tonatij motlatentilik no, uan yajki kitla-
chilito kampa kiijlijki sapoj, kampa kikauato
nopa kuanextli, ya nopanoj kiitato se lagartoj
uetstok ueyi; kemaj asito, kiten… mokamatla-
pok para kinekiyaya kikuas, uankinoj kiijlia,
“tlaj tijneki tinechkuas”, kiijlia, “xijtlapo
mokamak mas”, kiijlia, “uan nelia kitlapok
ikamak, uan ya san kontekilik inenepil, nepa
uetsito, pejki pepetlaka, uan nopa lagarto
yajki para ipan atl, ya casi miktiyaj; uan
inenepil komo pepetlakayaya, uankinoj kiij-
tojki ya nopa okichpiltsij, para inoj serviros
para kimajkauas rayos, uan kitlejkoltik para
eluikak, para Auajkemej.

 

San Juan 

Había una vez una familia formada por un señor y una señora que no tenían hijos. El señor era muy trabajador. Y en el mes de junio sembraba calabazas. Cuando se dieran, pensaba, las iba a comer tiernas o macizas. Pero la mata se extendió y se extendió, y se extendió, y no daba nada, hasta que por fin dio una calabaza. Como era la única, la cuidaba mucho, y no la quiso cortar tierna. Quiso que amacizara bien. porque era una calabaza grande, un poco larga. 

Pasó el tiempo. Y una mañana, cuando el señor llegó a su milpa, encontró la calabaza cortada por la mitad. En medio se encontraba un niño recién nacido, llorando y llorando.

 Con delicada ternura paterna, aquel señor levantó al niño, lo cargó y lo llevó a su mujer para que le diera de mamar. Pero como la señora no tenía hijos, no sabía cómo atenderlo. Y además se había sorprendido mucho de que un niño naciera de una calabaza. 

En la casa de la familia comenzó a reunirse mucha gente atraída por la gran noticia. 

El niño lloraba y lloraba, y algunas mujeres le ofrecieron su pecho para que mamara. Pero el niño no quiso mamar. Y seguía llorando y llorando. Busca- ron muchas formas de alimentarlo para que dejara de llorar. Pero el niño se resistía, y seguía llorando. 

Entonces lo sahumaron con copal y fue como vino a quedarse dormido. Y desde ahí, cada que lloraba le ponían copal. 

Y así, aquel niño que nunca quiso chichi fue creciendo poco a poco y pronto, como todos, empezó a caminar. Como sus padres lo querían mucho, mandaron al niño a la escuela. Pero en la escuela se volvió muy rebelde y muy peleonero. 

Y entonces el señor pensó en bautizarlo, y en que su padrino fuera el cura para que le echara agua bendita. A ver si así se componía, estando en la casa de Dios. 

Así lo hicieron. Pero el niño seguía igual de malo y de travieso. A él sólo le gustaba ir al arroyo a bañarse. Y cuando jugaba con el agua, el agua se crecía y se crecía, y eso era lo que más le gustaba. Por eso, cuando iba a la escuela, mejor agarraba para el río. Y hubo un día en que se fue con sus compañeros, cuando todos estaban dentro del río, empezó a jugar con el agua, y el agua se creció y se creció y sus compañeros murieron ahogados. 

Entonces se enojaron mucho los padres de los niños ahogados y le fueron a reclamar al cura y a los señores que eran sus padres. Pero ellos qué cosa le podían hacer a Juan, si era una criatura. Lo más que hicieron fue regañarlo. Pero por más que lo regañaban, él estaba como si nada. 

Entonces su padre, viendo que a Juan todo le daba igual, se enojó y le dijo: 

Pues si estás más contento en el río que en la casa, ¡véte a vivir al río!

Entonces Juan le dijo a su padrino: 

–Si lo que quieren es que me vaya, pues sí, me voy. Sólo quiero pedirte un gran favor: que me des un bastón para el camino. 

El cura le dió el bastón, y el niño, caminando, se metió en el agua, y se hizo un gran remolino, y se escuchó un gran ruido, hasta que desapareció. Y en el agua hizo su casa. Por eso cada veinticuatro de junio llueve mucho, y hay muchos truenos, porque es el día de San Juan, y ese día se oye la fuerza y el mando que tiene sobre el mar, que fue su casa.

 

Versión Náhuatl 

SAN JUAN

Ni eliaya se tetata uan se tenana, tlen ax
kipiyayaj ininkoneuaj, pero ni tlakatl tekitiya-
ya tlauel; uan tiempo de tokistlaj kitoojki
ayojtli, pero ni ayojtli san mopachanik san
mopachanik uan ax tlakiyaya; asta kej tlajki
setsij, uankinoj nopa iteko ax kanaj kinejki
kitekis pampa tlauel setsij; kikauilik machi-
kauia kuali, uan panok tonatij, nopa ayojtli
kimokuitlauiyaya kimokuitlauiyaya tlauel,
pampa eltoya ueyi uan kuaueueyak; pero se
kualkaj yajki tlachiato imilaj, kiitato nopa
ayojtli kuitlatsiyantok, uan de nopanoj uets-
tok se pilkonetsij, se pilokichpiltsij tsajtsiti-
kaj… momajmatik, pero ika maluili kitlalantej-
ki kiuikak para ichaj, para makichichiti isiuaj,
pero komo isiuaj ax kipiyaya ikoneuaj, ax
kimatki kenijkatsaj kichiuas, uan ijkinoj, asi-
koj miak gentes ipan nopa kali, pampa kima-
tijkej para nopa tlakatl kiasitok se okichpiltsij
ipan imilaj, uan nopa konetl pejki choka uan
choka… ax kinekiyaya moseseltis, kimaka-
yayaj ininchichi sekijnok siuamej uan ax tlen
kinejki, uan ya kimakaj choka; tlemach ki-
chiuilijkej uan ax tlen kinejki; asta kej solo
kikopaluijkej, uankinoj kena kochki nopa okich-
piltsij, uan cada vez kemaj kinekiyaya chokas,
san ya kichiuiliyayaj, ya kochiyaya; pero
komo nochi cristianos, ni okichpiltsij ya ika
inoj moskaltik, nimaj pejki nejnemi; itatauaj
nimaj kitlalijkej ipan escuela, pero ipan es-
cuela, tlauel mokuapki mosisinijketl, uan tla-
teuijketl, uankinoj lo he tlen kichijkej itatauaj
mejor kipensarojkej para mejor kikuaaltisej,
uankinoj kikamauijkej totajtsij, para ya ma-
kikuaateki haber tlaj ika ijkinoj mokualtilis
kentsij, jaaaj!, pero Juantsij kiseguirok igual,
ya solo kinekiyaya yas atenoj; kemaj ya youi-
yaya escuela solo nopanoj solo nopanoj youi-
yaya atenoj o atlajko; kemaj youiyaya escue-
la kinkuiteuiyaya icompañeros uan youiya-
ya nopa atlajko, uan kemaj ya kalaktokej
atlajko, ya peuayaya kiauiltia atl, uan nopa
atl posoniyaya, uan se ueltaj kintlami ami-
sauik icompañeros; initatauaj nopa konemej
kiajuatoj nopa itata Juantsij, pero tlen ijki
kiijlis ya, ikonej uan ya kuekuetsij; solo san
kuali kiajuak uan kuali kiajuak –kiijli–
“uan ijkinoj”, kiijtojki Juan, “si tlaj ax inkine-
kij inechitasej nikanij” –kiijtojki– mejor
nias, ¡aaaj! “kiijtojki nopa tetata; “kena”,
kiijtojki, “ax tijneki ax tijneki tiitstos nikaj
kalijtik; tlaj tijneki tiitstos mas ne atlajko’
–kiijli– “pos nepa mejor xiitstoti” – “pos
kena nias, san nomas nikijlis notiotaj ma-
nechmaka no bastón”. Uan nelia nopa totajtsij
kimakak ibastón San Juan, yajki kikonanki
iojui; kalakito ipan atl uan ika nopa ibastón
pejki komo kikuaneloua uan nimajantsij pejki
posoni uan pejki tlatomoni, nopa atl komo
kej mosisinik uan kej atsompoliuito; uan ye-
ka namaj ipan cada veinticuatro de junio
tlauel tlauitekij, tlauel tlatomoni, tlauel tla-
petlani; pampa nopanoj tlanauatia yaya nopa
San Juan; pampa nopanoj mochantito.

 

Versión Español

Lado A

  1. El Alacrán y el Zanate 2’03”
  2. El Dios del Fuego 2’34”
  3. El Juramento 4’41”
  4. La Muerte 1’54”
  5. La Diosa de la Sal 3’30”

Lado B

  1. El Hijo del Trueno 8’06”
  2. San Juan 3’56”

 

Versión Náhuatl

Lado C

  1. Kolotl Uan Pixkorruij 2’25”
  2. O Tlixauantsij 3’12”
  3. El Juramento 6’31”
  4. Mijkatsij 2’45”
  5. Tonantsij de Istatl 4’25”

Lado D

  1. Ikonej Auajkemej 11’04”
  2. San Juan 4’07”

LAS TAREAS DE INVESTIGACIÓN Y ACOPIO DE MATERIALES QUE HICIERON POSIBLE LA REALIZACIÓN DE ESTE ÁLBUM FUERON LOGRADOS GRACIAS A LA SRA. CARMEN ROMANO DE LOPEZ PORTILLO PRESIDENTA DEL FONDO NACIONAL PARA ACTIVIDADES SOCIALES (FONAPAS), POR EL FINANCIAMIENTO OTORGADO AL ARCHIVO ETNOGRÁFICO AUDIOVISUAL DEL INSTITUTO NACIONAL INDIGENISTA DENTRO DEL PROGRAMA OLLIN YOLIZTLI. 

LA EDICIÓN DE ESTOS MATERIALES DE REVALORACIÓN CULTURAL FUE CUBIERTA, ASIMISMO, CON CARGO A LA GENEROSA APORTACIÓN ECONÓMICA DE DIVERSAS AGRUPACIONES SINDICALES.

ALFREDO ELIAS
Director del Fondo Nacional Para Actividades Sociales

IGNACIO OVALLE FERNÁNDEZ
Director General del Instituto Nacional Indigenista

JUAN CARLOS COLIN
Jefe del Archivo Etnográfico Audiovisual del Instituto Nacional Indigenista

ÁNGEL AGUSTÍN PIMENTEL
J. JESÚS HERRERA PIMENTEL
ALEJANDRO MENDEZ ROJAS
Unidad de Etnomusicología

ÁNGEL AGUSTÍN PIMENTEL
ALEJANDRO MENDEZ ROJAS
Grabación de campo

BONIFACIO HERNÁNDEZ
Informante y Narrador en Náhuatl

ERNESTO GÓMEZ CRUZ
Narrador en Español (Cortesía de Discos Peerless)

JESÚS SÁNCHEZ PADILLA
ALEJANDRO MENDEZ ROJAS
Edición

MARTHA COVARRUBIAS NEWTON
Diseño Gráfico

ORLANDO GUILLEN
Versión Literaria en Español

PROFR. PEDRO OLEA
Introducción

PROFR. GILBERTO DIAZ
Transcripción y Traducción


Lista de canciones:

CUENTOS NAHUAS
VERSIÓN ESPAÑOL
LADO 1
  • A1 El Alacrán y el Zanate 2:03
    Intérprete(s): Ernesto Gómez Cruz
  • A2 El Dios del Fuego 2:34
    Intérprete(s): Ernesto Gómez Cruz
  • A3 El Juramento 4:41
    Intérprete(s): Ernesto Gómez Cruz
  • A4 La Muerte 1:54
    Intérprete(s): Ernesto Gómez Cruz
  • A5 La Diosa de la Sal 3:30
    Intérprete(s): Ernesto Gómez Cruz
LADO 2
  • B1 El Hijo del Trueno 8:06
    Intérprete(s): Ernesto Gómez Cruz
  • B2 San Juan 3:56
    Intérprete(s): Ernesto Gómez Cruz
VERSIÓN NÁHUATL
LADO 3
  • C1 Kolotl Uan Pixkorruij 2:25
    Intérprete(s): Bonifacio Hernández
  • C2 O Tlixauantsij 3:12
    Intérprete(s): Bonifacio Hernández
  • C3 El Juramento 6:31
    Intérprete(s): Bonifacio Hernández
  • C4 Mijkatsij 2:45
    Intérprete(s): Bonifacio Hernández
  • C5 Tonantsij de Istatl 4:25
    Intérprete(s): Bonifacio Hernández
LADO 4
  • D1 Ikonej Auajkemej 11:04
    Intérprete(s): Bonifacio Hernández
  • D2 San Juan 4:07
    Intérprete(s): Bonifacio Hernández

Créditos:

Alfredo Elias
Director Del Fondo Nacional Para Actividades Sociales

Ignacio Ovalle Fernández
Director General Del Instituto Nacional Indigenista

Juan Carlos Colín
Jefe Del Archivo Etnográfico Audiovisual Del Instituto Nacional Indigenista

Ángel Agustín Pimentel, J. Jesús Herrera Pimentel y Alejandro Mendez Rojas
Unidad De Etnomusicología

Angel Agustín Pimentel y Alejandro N. Mendez Rojas,
Grabación De Campo

Jesús Sánchez Padilla
Alejandro Mendez Rojas
Edición

Martha Covarrubias Newton
Diseño Gráfico

Orlando Guillen
Versión Literaria En Español

Profr. Pedro Olea
Introducción

Profr. Gilberto Diaz
Transcripción y Traducción


Notas:

Las tareas de investigación y acopio de materiales que hicieron posible la realización de este álbum fueron logrados gracias a la sra. Carmen Romano de López Portillo, presidenta del fondo nacional para actividades sociales (fonapas), por el financiamiento otorgado al archivo etnográfico audiovisual del instituto nacional indigenista dentro del programa Ollin Yoliztli. 

La edición de estos materiales de revaloración cultural fue cubierta, asimismo, con cargo a la generosa aportación económica de diversas agrupaciones sindicales.


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Nahuas – Cuentos Nahuas

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