BANDA DE TLAYACAPAN
INAH SEP
Sello: INAH-SEP MNA-08 Publicado: 1970 |
País: México |
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EL CONJUNTO
La banda u orquesta de instrumentos de alientos es acaso el conjunto musical más ampliamente difundido en las comunidades y pueblos rurales del país. Casi cada localidad forma su propia banda para que participe en las festividades religiosas o civiles, para que los acompañe en peregrinaciones o intervenga en sus fiestas familiares. Algunos poblados se han especializado en esta actividad musical y sus conjuntos prestan servicios en toda una región. Conservadoramente, puede hablarse de la existencia de varios centenares de bandas populares distribuidas por casi todas las regiones del país.
Es difícil precisar la época en que este tipo de orquesta se introdujo en México. Los instrumentos de aliento están presentes desde tiempos prehispánicos, cuando eran el sustento de la tradición musical. En la época colonial aparecieron los grupos de flautas concertadas, formados por indígenas, que prestaban servicio en las iglesias. También desde entonces se habla de orquestas de chirimías y trompetas que participaban en los festejos civiles, sobre todo en las corridas de toros. El entusiasmo de la población indígena por estos conjuntos fue tan grande que las autoridades tuvieron que girar instrucciones para limitar su número apenas a mediados del siglo XVI.
Sobre esta rica tradición se impuso la banda de alientos, al parecer en el siglo XIX, y a partir del modelo de las bandas militares europeas. Se dice que las bandas populares mexicanas se conforman definitivamente a la manera de las que traía consigo la fuerza intervencionista francesa. Puede afirmarse que para el último tercio del siglo pasado, las bandas con instrumentos fabriles ya se habían introducido en las comunidades rurales y que desde entonces se registra su expansión ininterrumpida.
En la actualidad, las bandas de muchas regiones han alcanzado un renombre prestigioso, como las del Istmo de Tehuantepec, las del Valle de Oaxaca, las de los estados de Morelos, Puebla, Tlaxcala y México, las de la región del Bajío y las de la zona tarasca de Michoacán, las de los Altos de Jalisco y las de la costa de Sinaloa. Además, en muchas otras regiones, la banda de viento es vital en la tradición musical, por lo que claramente se constituye en el conjunto más ampliamente difundido del país.
EL POBLADO
Tlayacapan está situado en las estribaciones de la Sierra del Tepozteco, al Norte del Valle de Cuautla, en el estado de Morelos. Por sus comunicaciones y relaciones sociales y comerciales, Tlayacapan se integra con el valle de Cuautla. Es pueblo viejo, prehispánico en su origen y tempranamente integrado al sistema colonial. Su convento data del siglo XVI. Fue pueblo grande e importante, pero su geto crecimiento ha menguado o hasta decaído acaso por las severas limitaciones físicas de su misma ubicación al pie de los quebrados y rocosos montes y alejado de las tierras planas e irrigadas del valle. Hoy, el poblado, que es cabecera municipal, lucha por su crecimiento.
En Tlayacapan se conservan viejas tradiciones como su artesanía alfarera o sus festejos, entre los que destaca el carnaval, pero difícilmente podría pensarse en él como en un pueblo conservador. Más bien parecería que ha incorporado las tradiciones a un devenir actualizado, renovándolas constantemente.
Tlayacapan comparte muchas de sus tradiciones con otros pueblos asentados en la misma sierra, como Tepoztlán, o en el cercano valle, como Yautepec, aunque cada uno de ellos le ha dado un toque propio y distintivo a sus costumbres. Entre estas destaca por su brillantez la tradición musical.
EL REPERTORIO
La banda de música de Tlayacapan tiene un repertorio amplio, en el que pueden distinguirse varios sectores. Uno de ellos se forma por las marchas, valses y canciones, de origen regional o externo, que son comunes al repertorio de banda de todo el estado de Morelos y que sirven para las audiciones públicas en plazas o festejos cívicos. Otro sector lo forman las piezas que se incorporan a la tradición religiosa. En este pueden distinguirse dos variantes: una formada por himnos y alabanzas generalizadas por todo el país para el acompañamiento de procesiones y otras ceremonias; la otra se forma por marchas fúnebres para la celebración de la Semana Santa, muchas de las cuales son compuestas por el maestro y director de la banda. Esta tradición fue muy común en México en el siglo pasado, pero en la actualidad en mucho se ha perdido, por lo que su conservación en Tlayacapan puede considerarse como notable. El tercer sector del repertorio se forma por géneros regionales, casi locales, que se utilizan en las celebraciones profanas características de la zona, muy especialmente las fiestas del carnaval y las populares corridas de toros que tienen lugar en los días festivos. A este último sector se dedica el presente volumen.
LA DANZA O BRINCO DE LOS CHINELOS
La celebración del carnaval en la región se caracteriza por la participación de las comparsas de danzantes llamados chinelos, que recorren las calles de las poblaciones recibiendo el convite de los pobladores. En la noche todas las comparsas coinciden en la plaza central para bailar larga y alegremente.
Las comparsas de carnaval son conocidas desde antiguo por todo México y sus disfraces preferidos son los de negros y los de viejos o huehues o huehuenches. Se dice que de esta última variedad se derivan los chinelos. Diversas tradiciones orales afirman que estos se originaron en Tlayacapan, de donde se difunden a Tepoztlán, Yautepec y otras poblaciones del estado de Morelos y del estado de México.
Es difícil precisar cuando se originó el baile de los chinelos, pero a principios de este siglo, y tomando como modelo a Tlayacapan, se fundó la danza o brinco en Yautepec. Por entonces, los sones que acompañaban el baile se cantaban; además, la comparsa llevaba una muñeca que hacía brincar sobre una batea. El festejo decayó durante las luchas revolucionarias, en las que toda la zona participó del lado del zapatismo, pero resurgió con nueva fuerza en la década de 1920. Para entonces, muchos de los elementos antiguos de la tradición se habían perdido o transformado. Uno de ellos era el repertorio musical, ya que muchos de sus sones se habían olvidado. Pero según cuenta Don Brígido Santamaría, un personaje casi legendario de Tlayacapan, Chucho el muerto, recordaba los viejos sones y los silbaba con frecuencia. El narrador aprendió y anotó los sones de Chucho el muerto hasta completar el repertorio original de los chinelos. Hoy, este es el que se usa en Tlayacapan.
También se dice que en Tlayacapan persiste el traje original de los chinelos: una bata de algodón hasta el piso y listada con franjas azules y blancas, una pañoleta bordada o estampada que se ata como capa a la espalda, una máscara de tela de alambre con espesas cejas, bigote y puntiaguda barba de crin de caballo, guantes de cuero y un tocado bordado con chaquira y con espejos y rematado con multicolores plumas de avestruz. Este traje difiere del de Tepoztlán, donde la bata es de terciopelo y de colores variados, con pechera y puños de blancos encajes. También difieren los estilos de brincar: el de Tlayacapan es enérgico, mientras que el de Tepoztlán es estilizado. En ambas poblaciones los danzantes adoptan poses satíricas y hablan en un agudo falsete que se supone destinado a conservar el anonimato del danzante.
El acompañamiento musical del baile de los chinelos está a cargo de la banda de viento. En Tlayacapan el repertorio se forma por 36 sones divididos en 6 grupos. Como cada grupo de sones se inicia con el mismo, de hecho se reduce a 31 el número de sones diferentes. Cada son es apenas una frase musical que se repite dos veces, la primera con las trompetas a cargo de la melodía y la repetición a cargo de los clarinetes y saxofones. Los sones se separan uno de otro por un llamado de do de trompeta.
Por su tipo, los sones parecen corresponder a la enorme variedad de sonecitos y jarabes que iniciaron su difusión en la segunda mitad del siglo XVIII y a partir de modelos europeos. Estos jarabes y sonecitos eran piezas muy breves que apenas acompañaban una cuarteta de versos; para formar un número musical varios sones se tocaban en sucesión. La brevedad de los sones y su interpretación sucesiva se conservan en el repertorio de la danza de los chinelos de Tlayacapan. Aunque ya nadie recuerda el nombre de los sones o sus versos, se afirma que hasta hace unos veinte años había gente que podía cantarlos. Hoy, los sones solo rigen el brinco de la comparsa que cambia los pasos en cada uno de ellos. El gran número de sones y las variaciones que cada uno de los intérpretes introduce, hace de la danza de los chinelos una de las más variadas comparsas del carnaval en el país.
La grabación incluye el repertorio completo, esto es, los 36 sones, y documenta íntegramente la danza.
SONES O JARABES PARA LOS TOROS
En 1529, apenas ocho años después de la caída de Tenochtitlán, se celebró en la ciudad de México la primera corrida de toros. Estas celebraciones estaban reservadas en un principio las ciudades españolas, aunque en ellas también participaban los indios, sobre todo en calidad de músicos trompeteros, chirimiteros y tamborileros para amenizar el festejo. Pero las corridas de toros se difundieron rápidamente por el medio rural o indígena, y ya para 1542 tenemos que se autoriza a la Villa de San Miguel el Grande para que celebre fiestas de toros sin participación alguna de españoles.
En Tlayacapan las corridas de toros arraigaron desde muy temprano, posiblemente desde principios del siglo XVII. Al comenzar el siglo XVIII, una hacienda vecina, la de Pantitlán, daba los toros para la fiesta como pago por el uso de potreros. También proporcionaba a los toreros: sus vaqueros, generalmente gente mulata o de color quebrado. El pueblo aportaba comida y bebida para la fiesta y música de clarín y caja. También daba algunos incidentes dignos de recuerdo, como cuando “...dicho toro xozco iba a matar a Juan Sánchez en el puchote árbol de la plaza de este pueblo, tirándole tan fuerte bote que enterró el cuerno izquierdo en dicho árbol y escapó dicho Sánchez…” Alguna vez hubo problemas, como cuando en 1756 se disponía el pueblo a celebrar su fiesta con corridas de toros y el cura se opuso a ello por caer en domingo; lanzó excomunión mayor y el pueblo respondió con un motín, incendió la casa del sacerdote, obligándolo a huir, y después hizo la fiesta.
Las corridas de toros siguen celebrándose hoy en Tlayacapan y en toda la región. Han variado en su forma y hoy se asemejan más al jaripeo o fiesta charra en que se montan o jinetean toros bravos. El pueblo ha dado jinetes renombrados y los festejos proporcionan muchos incidentes que recordar…
La música de alientos aparece asociada con los festejos taurinos desde su misma introducción. Lógico es que paulatinamente se formara un repertorio original y específico. Una de las variantes de este repertorio se conformó a partir del modelo de los jarabes y sonecitos de la tierra de finales de la época colonial y principios de la independiente. De tal índole es el que se ha preservado en Tlayacapan. Consiste en una docena de jarabes, cada uno formado por varios sones. Cada jarabe tiene su nombre y aún hay quien recuerde sus versos, aunque en la grabación no se incluyen. Se han seleccionado ocho sones para ilustrar este sector de la tradición musical de Tlayacapan.
LOS INTÉRPRETES
La banda de Tlayacapan fue fundada por Don Brígido Santamaría, que sigue siendo su maestro y director. A él se deben la notación musical y los arreglos incluidos. Don Brígido es un músico talentoso –toca todos los instrumentos de aliento– formado en la tradición de las bandas de Morelos. Es nativo de Tlayacapan, donde inició su aprendizaje musical participando en la orquesta que su padre dirigía.
La banda que dirige Don Brígido Santamaría es un conjunto básicamente familiar. El núcleo principal to forman los hijos y hermanos del director, a los que se agregan otros parientes más lejanos. Casi todos ellos han aprendido música bajo la guía de Don Brigido.
El grupo tiene un amplio prestigio regional y ha recorrido gran parte del estado de Morelos y del área vecina del estado de México, tocando en audiciones, fiestas y carnavales.
En la grabación de este volumen intervinieron:
Brígido Santamaría, maestro y trombón
Teodulfo Santamaría, trombón
Carlos Santamaría, trompeta
Cristino Santamaría, trompeta
Zenón Ávila, trompeta
Luis Olmos, trompeta
Artemio Santamaría, saxofón tenor
Octaviano Santamaría, saxofón tenor
Cornelio Santamaría, saxofón alto
Manuel Bandera, saxofón alto
Zacarías Morales, saxofón alto
Abraham Mares, saxofón baritono
Angel Lima, clarinete
Florentino Mares, clarinete
Prisco Santamaría, contrabajo
Erasmo Santamaría, contrabajo
Jesús Olmos, tarola y redoble
Martín Santamaría, platillos
Arturo Warman
Nota: La grabación se realizó en 1969 en Tlayacapan, Morelos, y en combinación con la Primera Temparada de Conciertos de Música Popular del Museo Nacional de Antropología, en la que esta banda y una comparsa de chinelos intervinieron. El Museo Nacional de Antropología expresa su profundo agradecimiento a los músicos y el pueblo de Tlayacapan por su irrestricta y alegre colaboración.
BANDA DE TLAYACAPAN
MNA-08
CARA A
LA DANZA DE LOS CHINELOS
CARA B
SONES O JARABES PARA LOS TOROS
1.- jarabe
2.- la torcaza
3.- chilito
4.- la tuza
5.- Juana, no vayas a misa
6.- el perro huesero
7.- el apache
8.- el campechano
Grabación y notas de Arturo Warman
Fotografías de Carlos Sáenz
México, 1970. ©
Secretaria de Educación Pública, licenciado Agustín Yáñez;
Subsecretaría de Asuntos Culturales, señor Mauricio Magdaleno;
Instituto Nacional de Antropología e Historia, doctor Ignacio Bernal;
Museo Nacional de Antropología, antropólogo Arturo Romano;
Sección de Servicios Educativos, profesora Ma. Cristina S. de Bonfil.
IMPRESO EN MEXICO POR
SIGNOS DE MEXICO, S. A. DE C. V.
Lista de canciones:
BANDA DE TLAYACAPAN
LADO 1
LA DANZA DE LOS CHINELOS
- A1 La danza de los chinelos
Intérpretes: Banda de Tlayacapan
LADO 2
SONES O JARABES PARA LOS TOROS
- B1 Jarabe
Intérpretes: Banda de Tlayacapan - B2 La torcaza
Intérpretes: Banda de Tlayacapan
- B3 Chilito
Intérpretes: Banda de Tlayacapan
- B4 La tuza
Intérpretes: Banda de Tlayacapan
- B5 Juana, no vayas a misa
Intérpretes: Banda de Tlayacapan
- B6 El perro huesero
Intérpretes: Banda de Tlayacapan
- B7 El apache
Intérpretes: Banda de Tlayacapan
- B8 El campechano
Intérpretes: Banda de Tlayacapan
Créditos:
BANDA DE TLAYACAPAN
Brígido Santamaría, maestro y trombón; Teodulfo Santamaría, trombón; Carlos Santamaría, trompeta; Cristino Santamaría, trompeta; Zenón Ávila, trompeta; Luis Olmos, trompeta; Artemio Santamaría, saxofón tenor; Octaviano Santamaría, saxofón tenor; Cornelio Santamaría, saxofón alto; Manuel Bandera, saxofón alto; Zacarías Morales, saxofón alto; Abraham Mares, saxofón baritono; Angel Lima, clarinete; Florentino Mares, clarinete; Prisco Santamaría, contrabajo; Erasmo Santamaría, contrabajo; Jesús Olmos, tarola y redoble; Martín Santamaría, platillos.
Grabación y notas de Arturo Warman.
Fotos: Carlos Sáenz.
Arturo Warman: Grabador, Escritor de material adjunto
Victor Acevedo Martínez: Editor
Martín Audelo Chícharo: Editor
Guadalupe Loyola Zárate: Editor
Benjamín Muratalla: Editor, Director
Irene Vázquez Valle: Editor
H. Alejandro Castellanos Garrido: Editor, Investigador
Gabriela González Sánchez: Editor
Jazmín Rangel Evaristo: Editor
Abuela records
Alfredo Huertero Casarrubias: Illustrator
Guillermo Santana Ramírez: Diseñador
Brígido Santamaría: Músico
Teodulfo Santamaría: Músico
Carlos Santamaría: Músico
Cristino Santamaría: Músico
Zenón Ávila: Músico
Luis Olmos: Músico
Artemio Santamaría: Músico
Octaviano Santamaría: Músico
Cornelio Santamaría: Músico
Manuel Bandera: Músico
Zacarías Morales: Músico
Abraham Mares: Músico
Ángel Lima: Músico
Florentino Mares: Músico
Prisco Santamaría: Músico
Erasmo Santamaría: Músico
Jesús Olmos: Músico
Martín Santamaría: Músico
Notas:
Todas las grabaciones incluidas se realizaron en la región en abril de 1975.
La realización de este disco se pudo llevar al cabo gracias a la colaboración alegre y entusiasta de los 3 conjuntos presentados.
La grabación se realizó en 1969 en Tlayacapan, Morelos, y en combinación con la Primera Temporada de Conciertos de Música Popular del Museo Nacional de Antropología, en la que esta banda y una comparsa de chinelos intervinieron. El Museo Nacional de Antropología expresa su propfundo agradecimiento a los músicos y el pueblo de Tlayacapan por su irrestricta y alegre colaboración.
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La galleta del disco tiene un error en la palabra “TLAYACAPAN”, la cual aparece como “TLAXACAPAN”.